30 junio 2010

EXCUSAS BARATAS: EL PROZAC DEL AUTOENGAÑO

Las mujeres tendemos a mentimos a nosotras mismas. El autoengaño, hemos comprobado, es mucho más efectivo que el Prozac. Valiéndonos de algunas de las excusas de nuestro inagotable repertorio encontramos la mejor manera para liberarnos inmediatamente de la culpa. La mayoría de las mentiras piadosas que nos dirigimos a nosotras mismas, se centran en cuestiones de peso.

Como muchas ya habrán adivinado, estamos a punto de embarcarnos en el mágico mundo del autoengaño. Pero ojo, como Nicoletta no discrimina, no solo hablaremos sobre las excusas empleadas por las gorditas para excusar su sobrepeso, también incluiremos aquellas que emplean las anoréxicas para justificar su flacura.

Todas las mujeres, desde las peso pesado como Queen Latifah hasta las peso moscas como Kate Moss, alguna vez hemos echado la culpa a algún factor ajeno a nuestro control para justificar nuestro peso. ¡Que tire la primera piedra la que esté libre de pecado….!

EXCUSAS GORDAS:

Mi problema es la retención de líquido: Si hubiera un ranking de excusas esta sería la excusa número uno del mismo. Lo peor es que ni siquiera es una mentira, aunque este hecho no la libra del título de excusa. ¡Más vale que vamos a tener retención de líquidos si no caminamos ni a la esquina y tenemos 140 kilos de sobrepeso! Pero la próxima vez que intenten valerse de esta artera excusa, recuerden que la retención de líquidos es más bien una consecuencia del sobrepeso, no una causa del mismo.

Mi problema es genético: Para creer en esta excusa, ANTES hay que conocer en persona a TODA la familia. Podemos creerla si sus padres son Don Redondito de Ricota y Doña Mozzarella, HAAASTA que conocemos a su perfecta hermana gemela, que en realidad más bien parece la hermana gemela de Dolores Barreiro antes que la suya. Si bien no somos genetistas, todas sabemos que en algún oscuro y lúgubre lugar del ADN, se encuentran los desgraciados y abominables genes gorditos o chubby genes. Pero por más de que en algunas familias la madre naturaleza se esmere en jugarnos una mala pasada, todas sabemos que la gordura no es irreversible. Sería más fácil culpar al karma, arguyendo que en nuestra vida anterior éramos flacas y malas y por esto nos tocó ser gordas y buenas en esta vida, antes que echarle la culpa a la genética por tu sobrepeso.

Tengo un mal metabolismo: Como la excusa genética no nos sirve a todas, como ocurre en el caso de que nuestra madre sea Sofía Loren o seamos la hermana gorda de las Atias, le pasamos la culpa a nuestras hormonas. Las mujeres AMAMOS echarle la culpa de TODO a las hormonas. Éstas son culpables de todas nuestras fallas de carácter, de nuestro malhumor y hasta de nuestras faltas de ortografía.

No tengo fuerza de voluntad: Todas las mujeres tenemos clarísimo que no es fácil bajar de peso. El único método 100% efectivo es sudar sangre en el gimnasio, cosernos la boca con hilo de pescar y por supuesto dejar de mentirnos a nosotras mismas. No creas que a las regias les gusta menos que a vos comer y más que a vos sudarse la vida en la clase de spinning. Para ellas también es un sacrificio. Ellas no AMAN hacer dieta y gimnasia….pero lo que sí aman, a diferencia de nosotros, es el resultado. Como nos cuesta tanto hacer todo lo anteriormente citado, nos refugiamos en un eufemismo disfrazando a nuestra haraganería de falta de voluntad.

Engordé muchísimo con el embarazo: Probablemente sea cierto y hasta totalmente perdonable. Esta es la mejor excusa para captar la simpatía del público. Todas las mujeres que alguna vez hemos estado embarazadas sabemos lo desesperante que puede llegar a ser pasar de sirena a ballena en un lapso de 9 meses y lo difícil que es revertir el proceso tras el parto. Pero hay que tener cuidado, ya que esta excusa tiene fecha de vencimiento. Podés usarla hasta máximo 3 años, pero no pretendas que la gente te siga creyendo cuando te pregunten: ¿cuanto tiempo tiene tu bebé? y vos no contestes 15 meses, sino 15 AÑOS. ¡Tuviste ya mucho tiempo para bajar de peso guacha!

Yo no se porqué soy gorda porque te juro que como poquísimo: Para empezar, jurar en vano es pecado, pero más pecado es usar la peor de las excusas… no hay más alto nivel de autoengaño que excusar el problema declarándolo un enigma. Hasta podríamos incluirla en un capítulo de la vieja serie: “Aunque Ud. No lo crea”, en la cual el segmento empezará con el presentador diciendo: “Ella come solo una comida al día y sin embargo pesa 325 kilos…”. ¡Suena tan dudoso como afirmar que te raptaron los extraterrestres!

No soy gorda, soy robusta: Cambiándole la denominación al problema no lo solucionamos. Si bien existen varios niveles de gordura y varios nombres más benévolos que la palabra OBESA, la triste realidad es que todos ellos son sinónimos de gorda. No creas que porque te autodenomines rellenita la gente te va a ver más flaca. Esto no solo es auto engaño sino un intento patético de engañar a los demás, diciéndole que simplemente NO ESTÁN VIENDO BIEN.

Lo que pasa es que picoteo entre comidas: La próxima vez que estés a punto de “picotearte” una sopa paraguaya entera, andá a contarle este cuento a tu abuelita! Nadie engorda verdaderamente por picotear, pero sí por llamar “picotear” a esos panzazos que amamos pegarnos cuando nadie nos ve.

EXCUSAS FLACAS:

Bajo sin querer: Liberarse de la culpa por falta de dolo solo funciona en el asesinato. No hay mentira más grande que esta. Si bajás “sin querer queriendo”, empezá ya nomás a preocuparte porque seguramente tenés alguna enfermedad…. Todas sabemos que la madre naturaleza es una bastarda que nunca nos hace adelgazar “de onda” y es de las que si te manda un regalito, luego te pasa la factura. Consultá con tu médico.

Yo siempre fui flaca: Más vale que si empezaste a vomitar todas tus comidas desde los 12 nunca te diste oportunidad de engordar….por lo que puede ser cierto que siempre hayas sido flaca…. Aunque esta excusa no explica COMO te mantenés flaca.

Mi metabolismo es demasiado acelerado: Lo más probable, es que agregues que tu metabolismo es taaan acelerado que hasta tenés que hacer dieta para engordar. Obviamente la culpa siempre es las hormonas. Echale nomás la culpa a tus hormonas, que todas sabemos es nuestra excusa favorita. Las hormonas excusan tanto a las gorditas como a las anoréxicas de todos sus problemas alimenticios.

Yo no se porque soy flaca porque te juro que como de todo y ni siquiera hago gimnasia: Nuevamente la excusa enigmática. Probablemente esta excusa te sirva para explicar tu inexplicable flacura, pero no te va a salvar de todas las miradas de odio que te van a dirigir las otras mujeres al escucharte, quienes seguramente ya estarán preparando sus picotas y machetes para lincharte

Lo que pasa es que soy muy nerviosa: Claro que son tus nervios y no las mil pastillas que te tomas al día, que te aceleran como si estuvieras corriendo el Grand Prix de Mónaco. Con las 12 calorías que ingerís por día no es de extrañar que las quemes solo con la respiración agitada que te producen “tus nervios”. Yo también estaría nerviosa si me estuviera pasando hambre todo el día, contando calorías y preocupándome por el tamaño de mi cintura.

Pero vos estás delirando… ¡si estoy gordísima!: No hay cosa más odiosa que la flaca que se ve obesa. De tanto mentirse a sí misma, hasta sus ojos le mandan mentiras a su cerebro y termina distorsionando hasta el reflejo que le devuelve el espejo. Lo peor es que a estas chicas nunca se les puede hacer un cumplido, porque te salen con este delirio de su gordura imaginaria y acto seguido querés que engorde EN SERIO para que aprenda!

02 junio 2010

PAPÁS ALHAJAS


Hay un término que me encanta de nuestro léxico paraguayo: el sustantivo “alhaja”, que en nuestro país se emplea como adjetivo para describir a aquellas personas que son auténticas “joyitas”… irónicamente, por supuesto. En el día del padre nos toca homenajear a las joyitas de nuestra coronilla doméstica: nuestros maridos alhajas en su rol de padres. Si bien ellos nos producen 30 mil jaquecas diarias, no podemos negar que son la adoración de nuestros hijos.

En este día tan especial para ellos, es un placer para mí hacerles un pequeño boicot en su fecha conmemorativa, recordando todas las características paternales que nos sacan de quicio a las madres.

AMAN DELEGAR: A la hora de tener que lidiar con las tareas domésticas y con nuestros hijos, lo primero que hacen es remitirnos inmediatamente la cuestión a nosotras. La mayoría de las veces se produce una delegación tácita. Ellos ya asumen que la cuestión nos corresponde a nosotras. Por ejemplo, si hay que llevar a los niños al médico o cambiar las sábanas cuando nuestros hijos se hacen pipí en la cama, directamente dan por asumido que nos corresponde a nosotras encargarnos del asunto. Otras veces, lo solucionan todo con la odiosa frase: “pedile a tu mamá” (porque por supuesto ellos están muy ocupados viendo el partido de fútbol en la tele).

INVENTARON LA LEY DEL ÑEMBOTAVY: Otra de sus estrategias para evitar hacer cosas que no tienen interés en hacer es alegar ignorancia. Pueden ser Neurocirujanos o Físico nucleares, pero a la hora de vestir a sus hijos o cambiar un pañal, declaran que no saben hacerlo y obviamente nos pasan NUEVAMENTE la tarea a nosotras. También sacan el mayor provecho de su “oído selectivo”, mediante el cual filtran solo lo que QUIEREN escuchar. Por lo que cuando le recordamos que a la tarde le tiene que buscar a los niños del cole ya que nosotras tenemos un compromiso, lo más probable es que a las 5:00 de la tarde recibamos una llamada del cole preguntándonos si tenemos planeado buscarle a los chicos del cole o planeamos dejarlos allí de camping.

SON LOS PEORES NIÑEROS DEL UNIVERSO: Cuando nos toca delegar a nosotras las madres, sabemos que dejar a nuestros hijos solos con el padre no siempre es la opción más conveniente. Lo más probable es que acepten a regañadientes, algo que no nos sorprende ya que están más acostumbrados a delegantes que a ser delegatarios. Cuando aceptan sin manifestar ningún tipo de oposición a la idea, recuerden que no hay que cantar victoria antes de tiempo. Lo más probable es que aplicaron su oído selectivo y respondieron sí mecánicamente sin escucharnos en realidad, por lo que no es de extrañar que al volver a casa encontremos a nuestro marido plácidamente dormido y toda la casa revuelta, las paredes pintadas, los niños embardunados de pintura o jugando a los espadachines con el machete del jardinero.

SON ADICTOS A LA ADRENALINA: Adoran probar sus limites… y por supuesto también los nuestros. A los pocos meses de ser padres ya intentan transmitir su pasión por la adrenalina a sus hijos. Empiezan tirándolos al aire de bebés y poniéndolos boca abajo, matándose de risa mientras nosotras observamos con cara de espanto. Ni bien nuestros hijos crecen lo suficiente como para utilizar un triciclo ya empiezan a fantasear con carreras de karting, motocross y todas esas cosas que las madres odiamos. Cuando nuestros hijos se vuelven adolescentes son los primeros en apoyar su intención de inscribirse al curso de paracaidismo. Cuando nos oponemos, nos tachan de locas o de exageradas a lo que no nos queda más alternativa que contestar: “¡Espero estar equivocada… porque si se llega a hacer puré, a vos te hago PICADILLO con mis estiletos!”

SON TECNO ADICTOS: Llenan la casa con inútiles aparatejos espaciales que nosotras no entendemos ni tras leer el manual. Esta adicción hace que cuando nacen sus hijos se surtan de una variedad de cámaras y filmadoras en las que registrarán cada uno de los innumerables momentos kodaks domésticos. Hasta ahí todo bien… hasta que estos padres empiezan a rememorar su adolescencia (de la que nunca se recuperaron totalmente) y empiezan a sacarle fotos jocosas a sus pobres e inocentes bebés. Por lo que no es de extrañar, que al observar el álbum familiar, entre la foto del tierno bebé comiendo su papilla y la emocionante imagen del bebito dando sus primeros pasos aparezca una foto del inocente bebé tomando (aparentemente… aunque nunca podemos estar seguras) una cerveza, o desmayado en su sillita alta mientras sostiene con sus pequeñas manitos un ñoño gigante.

SUFREN DEL SÍNDROME DEL GUARDABOSQUES: Para ellos la frase “menos es más” es la regla a la hora de admirar la indumentaria femenina. Resulta patente que los hombres aaaaman los escotes y las minis…. SALVO en sus hijas. Cuando sus adoradas hijitas crecen y empiezan a mostrar sus atributos ellos, que conocen muy bien todos los ratoneos mentales que se generan en la mente masculina, son los primeros en pegar el grito al cielo. Inmediatamente el puritanismo de Benedicto XVI invade su cuerpo y arman un escándalo que merece un Óscar, al caradurismo obviamente. Pero lo que más disfrutan hacer es atormentar a los primeros noviecitos. Cuando visitan la casa por primera vez, ellos los reciben con su mejor cara de “pocos amigos”. Luego lo invitan a la sala mientras “la nena” (quien para ellos sigue teniendo 10 años menos de lo que en realidad tiene) se prepara. Mientras esperan en la sala a que venga la nena, hacen todo tipo de sutiles artimañas para hacerle entender al personaje en cuestión de que “la nena no se toca”. No sería de extrañar que se pongan a limpiar un rifle frente a las narices del espantado adolescente para intimidarlo aún más de lo que ya está, mientras le dice con tono de autoritario: “a la nena, la traes de vuelta a las 12”.

SU MACHO STYLE NO ACEPTA DIFERENCIAS: Si bien nosotras estamos siempre actualizadas en cuanto a moda, ellos se quedaron atrapados en el tiempo de las camisas a cuadros, los mocasines y los pantalones kakis, por lo que tienen un muy limitado código de indumentaria. Ellos crecieron con una sencilla regla en la cual creen con fervor: Pelo largo + arito = GAY (en realidad emplean otra palabra menos glamorosa y absolutamente impublicable que seguramente ya imaginan). ¡Guay que su hijo se deje crecer el pelo y que un día le aparezca con un arito en la oreja! No entrarán en razón por más de que intentemos razonar con ellos y le expliquemos que ahora se llaman “piercings” y que la mayoría de los gays son demasiado regios como para ponerse algo tan poco glamoroso en la oreja. Y si el hijo le sale emo, gótico o flogger…. Lo más probable es que el padre entre en shock ya que la sola idea de que un hombre se vista así, y que EN CIMA se maquille es tan descabellada que ni se le ocurrió agregarla a su lista de restricciones! Ahí directamente tendremos que llamar a una ambulancia para internarlo de urgencia del soponcio que le va a agarrar!

SON MONOSILÁBICOS: si bien las madres tendemos a ser verborrágicas, los padres son la antítesis total. Su vocabulario está compuesto principalmente de monosílabas. El resto lo expresan con sus expresiones faciales y con “la mirada del padre”: aquella mirada autoritaria que no necesita ninguna explicación verbal para transmitir claramente el mensaje. Cuando aplican “la mirada” nuestros hijos empiezan a temblar porque con “la mirada” ya les dio la advertencia, el reto y el castigo. No hay nada más frustrante para las madres que ver como nuestros maridos alinean a nuestros hijos sin desperdiciar palabras… generalmente, nosotras ya empleamos antes todas las palabras del Diccionario de la Real Academia Española, comentado y ampliado y todas aquellas palabrotas que no fueron incluidas al mismo por obvios motivos, sin lograr éxito alguno y ellos solo dijeron NO acompañado de “la mirada” y problema solucionado.