28 noviembre 2011

Borrasha: la gota que rebalsa la locura



Como todas sabemos, en las fiestas de fin de año, además de villancicos, abundan la sidra y el champagne. Los inacabables brindis con la parentela, sumados a los 30 días de dieta de la luna que hicimos para que nos siente bien el inclemente vestidito blanco de la suerte, pueden resultar en una combinación altamente inadecuada. Estoy segura de que muchas de ustedes logran mantener la compostura. Pero seamos francas, por lo general, en las fiestas, se da lo contrario y en vez de beber con moderación terminamos pecando siendo abstemias con moderación. Como maneja nuestra media naranja, nosotras nos damos una  pequeña licencia con el alcohol. Como la parentela tiende a ser tediosa, es natural que nos entreguemos a beber para hacerla un poco más interesante. ¡Como el año está a horas de acabarse, brindamos para celebrar y también para OLVIDAR!

Estoy segura que al igual que moi muchas de ustedes ya tienen bien claro que hay borracheras inocentes y borracheras calamitosas y el límite que las separa puede consistir en una mera copa demás. Para las que aún no las tienen bien diferenciadas, en esta columna les aclaro los distintos tipos de borrachera, para que intenten mantenerse borrachinas y no calamitosamente borrashaas.

Diviértanse, no abusen tanto, pero si  a pesar de mis buenos consejos terminan abusando, no importa cuán calamitosa sea la borrachera que se agarren este fin de año, recuerden que a veces es mejor ser una borracha famosa por una noche, que una alcohólica anónima el resto de su vida. El 2011 se acaba y probablemente el año que viene el MUNDO se acabe, por lo que, al fin de cuentas ¡Quien te quita lo bailado! ¡Salud!

Borracheras Inocentes:
Fase Entonada: Efectivamente las doce uvas no son suficientes para contener dos copas de champagne. Por lo que al terminar la segunda copa, lo más probable es que empiecen a sentirse levemente más sueltas. Están entrando en la primera fase de la borrachera, la que comúnmente llamamos “entonación”. Una empieza a sentirse en sincronía con el ambiente. Piensa para sus adentros cosas hermosas. ¡Que linda estoy! ¡Qué lindo lugar! ¡Que linda es mi familia! Celebramos pequeños detalles, el mantel de la abuela, el hecho de que nuestro esmalte aún no se nos picó, el viento susurrando entre los árboles. ¡Todo está burbujeantemente perfecto!

Fase Amorosa: Unas copas más tarde: Nos quedamos observando las estrellas, sentimos la brisa mover nuestra cabellera, giramos la cabeza y miramos con  cara de pavotas al idiota de nuestro medio pomelo disfrutando, auténticamente y contra toda probabilidad, su compañía. Extienden los brazos, y a pesar de que llegaron a la fiesta en estado de  archi enemigos, le empiezan a hacer mimitos y susurrar piropitos al oído. El alcohol ya ha borrado el patético comentario que hizo sobre tu vestido nuevo antes de salir de casa, refrescando tu memoria sobre todas las razones que te hacen amarlo cuando no lo estás odiando. ¡Love is in the air!

Fase de Exaltación: El tío nos trajo su licor casero. Junto con la mezcla llega el inicio de la exaltación hacia todos quienes nos rodean. Exaltamos la amistad y todas las virtudes de nuestra familia. Agradecemos todo y cada uno de los momentos que pasamos juntos y brindamos por ellos. ¡Estás eufórica! Le abrazás a tu prima chismosa recordando sus travesuras infantiles y mirándole a los ojos le decís: “Te quieroo, como a una hermaaana, primaaaa!!” Le querés a toditos luego y se lo hacés saber al mundo entero. Hasta la suegra más arpía se convierte en un ser entrañadísimo en esta fase. Te olvidás que no le podés ver ni en figurita a la esposa chanta de tu primo y empezás con las confesiones exaltadas: “antes me caías mal, porque pensaba que eras una falsa y una pelagata interesada en la fortuna de los Fizotti, pero ahora… ahooora TEE QUIEROOO COMO A UNA PRIMAAA. ¡Vos le haces feliz a él y a él yo le quierooo comoo a un hermaaanoo!” ¡Y métale otro abrazo!

Fase Danzarina: Bailando por un sueño queda hecho un poroto. ¡La pista es tu reino y vos sos la reina de la fiesta! Empezás a menear, cachaquear, polkear, wachiturrear, reguetonear, hip hopear, hasta abajo, hasta arriba, para un lado, para el otro, demostrando que tu puedes hacerlo. ¡Ni la voz chillona de la Cachorra puede sacarte de la pista! Tu cuerpo está poseído por el demonio de la danza y derrochas tus bailes sensuales sin discriminar, implementando movimientos sexy de caderas con el tío abuelo matusalémico y hasta con el sobrinito pre púber.

Fase Talentosa: Además de tus dotes como bailarina empiezan a aparecer otras que no conocías. En esta fase surgen todos tus TALENTOS ocultos. El primero en surgir será tu don de lenguas. No sólo no te callás, ¡sino que no te callás en francés! ¡Había sido que eras políglota! Hasta a vos te sorprende.  Estás tan deleitada que le empezás a hablar única y exclusivamente en francés a toda tu parentela por más que nadie entienda… ¡probablemente vos tampoco entiendas estando sobria! Junto con tu poliglotismo, será revelado tu extraordinario sentido del humor.  Sacás la payasa que hay en vos. Empezás a contarle chistes hasta al mozo y por supuesto entretenés a toda la comitiva haciendo gala de tu histrionismo con mímicas, bromas pesadas, chistes verdes y payasadas. Al día siguiente no te quedará muy en claro si se reìan de tus chistes o de vos.


BORRACHERAS CALAMITOSAS:

Fase Charleta: El alcohol da alas a tu lengua y ésta empieza a tener una existencia propia. Lastimosamente esta fase suele surgir justo cuando tu lengua empieza a entumecerse, haciendo aún más evidente tu ebriedad. Ya se te olvidó el francés y empezás con el arameo etílico. Empezás a hablar como un teletubi: “¡sadud pod da famía!”; o como Lugo: “¡Sho lesh kiero deshir que no eshtoy borasshaaa!”; y el borracho de la alborada queda hecho un erudito al lado de tu léxico “estrambólico”. No conforme con degradar el idioma, sentís un impulso irrefrenable por confesar tus intimidades a todos los presentes, empezando con las narraciones reveladoras de todos tus ex.  Si en la fase de exaltación le dijiste a tu suegra que la querías como a una madre, ahora te toca dar la revelación sincericida: “sueegraaa, la verdad esh que vos shos demashiado peshada!” Junto con tus revelaciones de Nostradamus, empezás con las revelaciones ajenas mandándole al frente a todos y todas: “¡Primaaa, pará de robar que todoshh shabemos ke tush lolas son falshaaas!” Al día siguiente, cuando te recuenten los hechos que olvidaste por la amnesia tu frase de cabecera será: ¡¿que yo dije que?!

Fase Mareada: Quizás dar tantas vueltas en la pista te mareó más, o tal vez fue el hecho de que a esta altura ya te bebiste hasta el agua del florero. Lo cierto es que en esta fase empezás a ver doble, la fiesta empieza a dar vueltas y cosas tan sencillas como mantener el equilibrio se vuelven imposibles. Te pasas el resto de la noche estableciendo contactos cercanos del tercer tipo con el piso, levantándote con cara de “no pasó nada” y aclarando a todo el mundo: “eshtoy bien, estoy bien”. Un recordatorio triste de esta fase calamitosa serán los múltiples moretones con los que amanecerás al día siguiente…. Y de seguro no vas a recordar cómo te los hiciste.

Fase Incomprendida: Tras tantas caídas, lo más probable es que  tu ánimo también se venga abajo. A esta altura ya has perdido el cetro de reina de la fiesta y con esta pérdida del protagonismo empiezan a surgir los primeros lagrimones. La melancolía se apodera de vos y empezás a recordar entre lágrimas y lamentaciones tiempos mejores, seres queridos que ya no están y todos tus pasados momentos de gloria. De los lagrimones pasás a los sollozos convirtiéndote en la patética llorona borrasha de la fiesta.

Fase Patotera: A este punto las cosas se ponen aún más feas. De la autodestrucción pasás a la destrucción material de vasos, vestidos ajenos, y bienes muebles e inmuebles; actos que se darán por mera torpeza o por no poder refrenar tus instintos de vandalismo. Tu borrachera calamitosa ha alcanzado su máximo esplendor y te ves convertida en toda una Calamity Jane. Empiezan los primeros síntomas de paranoia. Todas las mujeres se convierten repentinamente en tus rivales y de gastar bromas pasás a la agresión verbal, y en el peor de los casos, física, haciendo volar los mechones y sonar los cachetes de cuanta chiruza se cruce por tu camino.  Lo más probable es que tu conducta en esta fase te lleve a un desalojo forzoso del inmueble. Por salvarte del bochorno, tu propio cerebro borrará automáticamente de tu disco duro todo lo sucedido durante esta última fase., y cuando alguien te haga el recuento no podrás creer todas las calamidades que te mandaste y como toda borrasha arrepentida, terminarás jurando por el legado de Dior, que nunca más en tu vida vas a volver a tomar así.

28 octubre 2011

Señora de las Cuatro Décadas: La lucha integral contra el marchitaje

 Muy pocas mujeres tienen el coraje de admitir públicamente su verdadera edad, y quien más quien menos se saca algunos añitos de encima cada vez que algún buey corneta hace la pregunta del millón de dólares. Como ustedes ya saben, yo cumplo treinta todos los años y lo primero que hago el 1° de enero es memorizar mi nueva fecha de nacimiento para que nadie me tome desprevenida al preguntarme cuando nací. Mentir sobre nuestra edad es algo común a partir de los treinta y ni qué decir a los cuarenta. Yo estoy tan acostumbrada a mentir mi edad, que hasta me la creo. 

¿Pero qué pasa cuando por más que mentimos ya nadie nos cree? ¿Qué pasa cuando ya naaadie te dice señorita? ¿Qué sucede cuando te tiran frases como: “las mujeres de tu edad” o “allá por tu época” o “cuando vos ERAS joven? Les querés hacer picadillo con gilette herrumbrado… como mínimo.

Una se siente de otoño en primavera, a lo Rubén Darío, quiere gritar: “¡Juventud, divino tesoro, ya  te vas para no volver! Cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer”. Y  lo peor es que una llora por las malditas hormonas, llora por Lugo, llora por la aftosa, hasta llora con la publicidad de Coca Cola. Y luego, una prende la radio, y escucha a Arjona cantando: “señooora, no le quite años a su viiiidaaaa, póngale vida a sus años, que es mejoooor” y llora aún más. Le querés gritar a Arjona a todo pulmón: “¡Mentirooosoooo, dejá de robar que nadie te cree tu cancioncita patética!”

Por más de que te la endulcen, la vejez es un trago amargo para toda mujer glamorosa. Lo que pasa es que llega un punto en que una se da cuenta, de que si bien te mantenés regia, los años ya han hecho de las suyas en tu ser. Como dice mi tía Chechi: “Por atrás soy un monumento, por delante, ¡un mausoleo!” Los aeróbicos no quitan las arrugas y menos aún la pinta de vieja. Por esto es vital mantenerse joven no sólo por fuera, sino también por dentro. No dejen pasar más tiempo y ¡manos a la obra!

El primer paso en la lucha contra el marchitaje empieza obviamente por el físico. Para hacer frente a la edad con regitud, mantenerse esbelta es vital. La vejez hay que sudarla gota a gota. Decile sí al cardio, al pilates, al yoga, al power plate, al spinning, al running y de paso también al tunning. Complementá tu rutina de ejercicios diarios haciendo un pacto secreto con Bacchetta, quien te ayudará a deshacerte de todo aquello que no pudiste eliminar sudando.

La renovación de tu vestuario es otro paso esencial para lograr una apariencia juvenil. Actualizá tu look y vestite de acuerdo a tu juventud interior. Pero no abuses. Tampoco es el caso de que salgas a la calle vestida como una chirolera adolescente. Mantener un espíritu joven no significa que hagas una regresión a los 17. Eliminá de tu placar todo lo que huela y luzca a naftalina. Seguí disfrutando de la moda incorporando las tendencias actuales a tus fabulosos looks diario. Doná tu chancleta a la caridad y animate a trepar esas plataformas soñadas. Sacá de tu cabeza la patética idea de que si te caés te vas a romper la cadera y vas a ver que con cada paso que des vas a sentirte más fuerte dando, como canta Arjona, “pisadas de fuego al andar”. 

Una vez que tengas bajo control el marchitaje de tu cuerpo y que hayas logrado perfumar de juventud tu guardarropa naftalinezco, ya podés empezar la tercera etapa: la regeneración mental. Esto quiere decir básicamente: ¡ACTUALIZATE! Mantenete informada para no delatar tu edad con tu ignorancia o tu léxico pasado de moda. Que nadie te pesque diciendo que fulanito es “muy buen mozo” o ponderarle a tu amiga diciéndola que está “re pituca”. Incluí en tus conversaciones temas de actualidad y renová constantemente tu vocabulario, porque believe it or not, las palabras también pasan de moda. Procurá incluir en tus conversaciones neologismos y palabras como nano, emo, facha, blogger, online, software, app, chat, cool, trance. De paso actualizá también la música que escuchás y hacete fan de Lady Gaga y de los Black Eyed Peas para que tu repertorio musical no se estanque en la nebulosa retro de Mocedades y Pimpinela. 

Ya que entramos al tema de la actualización es FUNDAMENTAL que además de actualizar tu vocabulario, urgentemente te pongas en campaña para amigarte con la tecnología, porque nada dice “vieja” con más elocuencia que declararse a una misma como analfabeta tecnológica. Nada de dictarle a tu hija tus mails, ni de pedirle a tu secretaria que te conteste los mensajes de texto alegando que “las letritas son demasiado chicas”. Animate a ponerle fin a tu astigmatismo con la cirugía laser y cárgate las pilas para explorar el ciberespacio y todas las aplicaciones de tu iphone o BB como la digna mujer del siglo XXI que sos.

La cuarta etapa será la más importante de tu batalla personal contra el marchitaje. Esta etapa es la de la aceptación. NO tenés 15 años, ni siquiera 20, ni 30, y aunque no se te note, vos sabes que llegaste a los 40. Los años no pasaron en vano, y si bien perdiste muchas cosas, también ganaste muchas más. Fijate como llegaste: ¡REGIA y CON EXPERIENCIA! Hacé gala de tu experiencia. Hacé gala de que ya no sos una quinceañera tonta con pajaritos en la cabeza, sino una mujer hecha y derecha y dueña de sí misma. Exorcizate de todos aquellos preconceptos y recelos que tenés sobre tu edad. Empezá a vivir tus cuarenta no como te imaginaste que los vivirías (encerrada en una cueva llorando por tu juventud perdida), sino como sabés que tenés que vivirla: como aquella mujer joven y de espíritu vibrante que sigue habitando ese cuerpito desde hace décadas. 

Una vez que tengas todo lo anterior bajo control, podés empezar la última etapa de la lucha contra el marchitaje: la celebración. ¡Celebrate a vos misma! Dejá de sufrir, dejá de shorar y empezá a sonreírle a la vida, que todo se ve más lindo cuando lo mirás con ojos renovados. Mimate, superá el miedo al cambio y cambiá de actitud. No es fácil llegar regia y digna a la cuarta década, por lo que cada día de tu vida tenés que celebrar tu triunfo. ¡No solo le has ganado la batalla a la gravedad, sino también a toda una sarta de preconceptos tuyos y ajenos sobre como tenés que verte y sentirte a los cuarenta! ¡Brindá con champagne por la juventud de cuerpo y espíritu, porque sos una auténtica campeona! 

Celebrá tu rostro con cada marquita que lo surque. No las veas como arrugas, sino como hermosos signos de expresión. Son el testimonio de que siempre fuiste una mujer muy expresiva, que amó, lloró y rió a gusto durante toda su existencia. Celebrá cada marquita en tu cuerpo. No las veas como estrías o celulitis, sino como hitos de tu vida. Cada una de ellas son el testimonio de los cafecitos que tomaste con tus amigas, de los bombones que endulzaron tus días, y hasta de la mágica transformación que atravesaste cuando tus hijos crecieron en tu vientre. Recordá que la juventud es cuestión de actitud y el tiempo puede marchitar muchas cosas, pero jamás logrará mancillar tu actitud. ¡SALUD!

17 octubre 2011

PAREJAS CLICHÉ


Dios los crea y ellos se juntan. Hay parejas que parecen destinadas a unirse como irrefrenablemente impulsadas por misteriosas fuerzas cósmicas. Cada vez que se produce alguna de estas alianzas estratégicas predestinadas, nace otra odiosa pareja cliché, de esas que nos hacen asumir que a la hora de formar pareja, hay personas menos originales que un Rolex de calle Palma.
BARBIE Y KEN: No podemos hablar de parejas cliché sin nombrar a esta pareja de muñecos tan odiosamente perfectos. Desde que Mattel creó a esta mítica pareja, han estado poblando las fantasías de generaciones de niñas. Pero ellos no sólo habitan las jugueterías, también hay versiones en carne y hueso rondando por el mundo; parejas más que perfectas de pies a cabeza ya sea gracias a Dios o al bisturí. Al igual que sus mellizos plásticos, sólo tienen aire en la cabeza y sus más grandes preocupaciones se reducen a ir de shopping, ejercitarse para mantenerse esbeltos y disfrutar de la vida siendo simplemente regios.
LA MODELO Y EL FUTBOLISTA: Esta pareja es tan habitual que hasta se ha acuñado un término para designar a la fémina de la relación: botinera. Ellas mueren por las pelotas…. de fútbol obvio, y acompañan a sus cracks del balón pié hasta que éstos cuelgan sus botines, momento en el cual entran nuevamente a la cancha en búsqueda de un nuevo miembro de la selección. Comparten con sus amorcitos su propensión a lesionarse; aunque ellas no se lesionan en la cancha, sino en bailando. Ellas son las que visten micro albirroja y shoran por cada penal errado por su futbolero, sobretodo porque cada gol errado significa una bonificación menos para disfrutar.
EL SANJO Y LA TERESIANA: Ellos combinan el marrón y el celeste a la perfección. Se ponen de novios antes de que se le empiecen a caer los dientes de leche y se comprometen antes de que les vuelvan a crecer los definitivos. La consigna de su vida es simple: los nenes con los nenes y las nenas con las nenas. Podrán graduarse en Oxford o Harvard, pero para ellos el eje de sus currículos será siempre su cole, ya que llevan al “soy celeste” y al “chiquitere” forever en el corazón.
LA COCINERA Y EL GORDITO: Esta pareja es un verdadero homenaje a la frase: “pancita llena, corazón contento.” Toda digna chef sabe que el estómago es el camino más corto al corazón de un hombre, y tratándose de un gordito, el camino corto se convierte en un atajo express. Por otro lado, para muchas mujeres, tener bien nutrida a su pareja es toda una garantía de “amor eterno”, no sólo por que el jamás podrá prescindir de la autora de todos sus platos favoritos, sino también sus rollitos mantendrán alejadas a todas las chiruzas indeseables.
LA MISS Y EL EMPRESARIO: Más que una pareja, esta es una alianza estratégica. Toda miss necesita un sponsor para alcanzar el cetro, y si es auspiciante del evento, mejor aún. Él la luce como un trofeo, ella lo usa como amuleto de buena suerte. Ella sueña con la “paz mundial”  y si bien no logró terminar ni el primer capítulo de “Yo el Supremo”, lo cita como su libro de cabecera, junto con la biblia, OBVIO.  Ella asegura que ver la sonrisa en los rostros de los niños desamparados no tiene precio, para todo lo demás, existe MASTERCARD (la de su papichulo por supuesto).
EL JEFE Y LA SECRE: El amor puede surgir en todas partes, y la oficina no es una excepción. Por la profusión de estas parejas, parece ser que Cupido adora rondar por el ámbito laboral. Por lo general estas parejas tan frecuentes surgen en la clandestinidad, y sólo muy pocas logran salir de ella. La mayoría tendrá que conformarse con encontrar un refugio a su amor únicamente entre cubículos y sillas giratorias.
LA DIVORCIADA Y EL PERSONAL TRAINER: El ser cambiada por un modelo más nuevo, lleva a muchas mujeres a encontrar refugio en los abdominales de su personal. ¡Uyyy esos abdominales y aquellos músculos tan tonificados!¡Tras tantos años de conformarse con la pancita cervecera de su ex, ella se los tiene más que merecido! En esta unión se conjugan el sudor de él y las lágrimas de ella, que tras muchas horas de ejercicio pasarán de ser lágrimas de tristeza a ser lágrimas de dicha pura.
EL PAÍ Y LA PECADORA: Esta pareja es absolutamente presidencial, aunque más polémica que la Alfano. Algunas de ellas están envueltas en el romanticismo de “El Pájaro Canta Hasta Morir”; mientras otras, en la chabacanería de Lugo y sus mujeres. En su juventud ellas aspiraron a la redención entre sus brazos, y él no se hizo rogar para tirar la sotana junto con sus votos de celibato y castidad. Fernando Armindo les podrá asegurar que pasar de paí a padre natural no es tarea fácil.

30 agosto 2011

Debutonte o Debutonta. Esa es la cuestión



Toda chica de 16 años sabe que el debut no tiene nada que ver con presentarse en sociedad. Ella tiene bien clarito que es sólo un pretexto para pegarse la farra de su vida. Además tiene clarísimo que jamás cambiaría su fiesta de debut por un viaje. ¡Más vale ser el centro de atención por una noche, que ir a un lugar extraño donde nadie te conoce! Pero eso sí, debe asegurarse de ser el centro de atención por glamorosa y no por estrepitosa. La línea que separa a una debutante de una debutonta es muy delgada, y terminar del lado equivocado de la franja puede marcarla de por vida. 

Yo fui, como ya  se imaginarán, una debutante regia. La finesa me obliga a ser solidaria y compartir mis amplios conocimientos en la materia para evitar que muchas de ustedes pasen de aspirantes debutantes a patéticas debutontas. ¡Chicas de 16, tomen nota con sus bolígrafos de purpurina y aprendan!

Empecemos por lo básico. Para poder lucirse esa gran noche es esencial dominar el arte de caminar con tacones altos. Esto, convengamos de entrada, no es tarea fácil, pues la transición directa de los Nike a los stilettos requiere de total destreza. No pequen por confiadas, que toda mujer sabe que los tacos son más traicioneros que los hombres. Una digna debutante tendrá el buen tino de practicar frente al espejo las horas necesarias hasta lograr una caminata de pasarela. Solo entonces podrá pasar a la segunda etapa de su training: la escalera. Bajar la escalera del Cente es uno de los momentos más importantes de la fiesta y hacerlo con gracia, montada en unos zancos y con un  vestido de cola es todo un desafío. Toda debutante sabe que ella no baja las escaleras…. Ella HACE UNA ENTRADA TRIUNFAL.  Como la debutonta de seguro se montó a los tacos sin práctica previa hará su entrada en sociedad caminando como una egipcia con chuchos, con los brazos rígidos a cada lado para mantener el equilibrio y las piernas temblando como si estuviera caminando sobre tatapyi ari jehasa. Tampoco bajará las escaleras…. ella rodará por ella, quedando marcada de por vida no sólo por los moretones sino también por la humillación. 

El ítem esencial de toda debutante es su impecable vestido blanco. Una digna debutante tendrá la madurez suficiente como para seguir los consejos de su madre (recuerden que ellas saben más por diablas que por viejas) optando por un modelo sencillo y acorde a su edad. La debutonta, tras haberle hecho pasar las de Caín a su madre, hará caso omiso a todos sus consejo, optando ya sea por verse  overá-pomposa o ñembo matadora en su gran noche. Yo se que muchas de ustedes con el romanticismo latente de su reciente infancia, aún sueñan con las princesas de Disney. Anoten chicas: ¡Superen su infancia y que ni se les ocurra ir disfrazada de la bella durmiente, con vestido con miriñaque inmenso, sucesión de volados, caireles y tiara! De paso díganle también no al nefasto poliéster, que ningún vestido puede ser digno con un género inflamable.

Una digna debutante también debe tener en cuenta que  los accesorios son fundamentales. Y no me refiero a los accesorios básicos como las joyas, guantes y zapatos, sino a los accesorios complementarios de su look: sus chambelanes. Toda digna debutante debe asegurarse de ir MUY bien acompañada a su presentación en sociedad. Para elegir el chambelán apropiado, tiene que hacer una lista de los 15 chicos más churros de Asunción, y no cesar hasta embretar a uno de ellos. La debutonta será tan necia que delegará la tarea a alguna amiga o familiar, terminando probablemente con un “ya da ya” (al menos tiene auto) o, en el peor de los casos, el peor es nada (léase: nerd del colegio, primo salvatore, o hermanito menor de alguna amiga). Ahora chicas, anoten Y SUBRAYEN. Jamás de los jamases, ni nunca de los nuncases deleguen la tarea de la selección del chambelán a sus madres. Lo más probable es que le ensoquetará al candidato detestable hijo de su mejor amiga, a quien ustedes no pueden ver ni en figurita.

Muchas de ustedes habrán estudiado ballet y como alumnas de esta disciplina sabrán que toda danza requiere práctica, y el vals no es la excepción. No crean que porque se pasaron toda su infancia viendo bailar a la bella y la bestia ya lo tienen memorizado. Toda digna debutante no sólo habrá tomado clases previas, sino también se habrá asegurado de hacerle un curso express tanto al pata dura de su padre como al torpe de su chambelán para destacarse en la pista de baile. La debutonta por confiada se destacará, pero no por su gracia y sutileza, sino por el vals de robot que terminará haciendo en la pista.

Terminado el vals, la fiesta continua, y una digna debutante sabe que debe mantenerse regia hasta el final. Nada de pasarse de raya con el champagne, o terminarán pasando de la sofisticación y compostura de una digna debutante al descontrol cachaquero de una burda debutonta.

Bueno mis queridas. Espero que hayan tomado nota y que se destaquen por todos las razones apropiadas en su gran noche. ¡No sea que por debutontas terminen arrepintiéndose de no haber elegido el viaje!

26 julio 2011

Tom y Jerry: Persecuciones Musicalizadas & All That Jazz




No suelo hablar mucho de mi vida personal en esta columna. Pero creo que mi relación con Tom y Jerry amerita hacer una excepción, porque mi vínculo con ellos es seguro similar al que muchos de ustedes tienen. En lo personal, además de admirarlos enormemente, creo que tengo mucho que agradecerles.

Como digna diva que soy, seguro estarán boquiabiertos al leer estas líneas. Se habrán imaginado que alguien como yo tendría un dúo de ídolos más refinados como: Sartre & Beauvoir, Jekyll & Hyde, Gala y Picasso, Frida y Diego, Dolce y Gabbana, Bergdorf & Goodman, Napoleón y Josefina,  Kurt y Courtney, Bonnie y Clyde, Romeo y Julieta, Truffaut y Ardant, Bogart y Baccall, Cher y Bono, Gainsbourg y Bardot, Ari y Jackie, Gracia y Raniero, o Kate y William. Pero para serles sincera, entre todos ellos me quedo con Tom y Jerry.

Tom & Jerry es sin lugar a dudas el dibujito que más marcó mi infancia. Obviamente yo en ese momento aún no lo sabía. Su influencia fue silenciosa y sutil y sólo con los años pude percatarme de todo lo que había aprendido viendo sus incesantes persecuciones.

En primer lugar aprendí que los zapatos dicen mucho sobre quien los lleva. A veces basta sólo con mirarlos para saber con quién se está hablando. En “Tom & Jerry” para identificar a un ser humano bastaba con mostrar sus piernas y sus zapatos. Sin siquiera ver su rostro ya podíamos intuir si la persona en cuestión era una diosa seductora por sus tacones y piernas torneadas de sinuoso andar; un ejecutivo atareado por sus mocasines negros lustrados y el inconfundible traje gris; una diosa doméstica por su falda cincuentosa y cómodos zapatos de punta redonda o la siempre hacendosa y mandona Mammy por sus inconfundibles pantuflas coloradas.

Otra lección importante fue comprender que las persecuciones, por más intensas que sean, nunca llevan a nada. Jugar a ser Tom en la vida real, persiguiendo ya sea a tu némesis en búsqueda de venganza, o a tu interés amoroso buscando conquistar su amor no correspondido, suele tener resultados previsiblemente catastróficos. Jugar al gato y al ratón también puede resultar altamente patético de observar.

Por supuesto que de sus persecuciones no sólo aprendí a evitarlas a toda costa, sino también que el ingenio siempre vence a la fuerza bruta. Jerry fue un excelente maestro a la hora de instruirme sobre como eludir a personajes nefastos que atentaban contra mi integridad física y emocional. Gracias a sus lecciones, pude aprender que a pesar de tener todas las de perder, con un poco de astucia, podemos esperar el momento adecuado para darle una buena y merecida patada en el trasero a aquellas personas nefastas que alteran nuestra existencia.

Además, la peculiar relación de amor y odio entre Tom & Jerry innegablemente fue altamente instructiva. Todos tenemos en nuestras vidas ya sea una pareja, un familiar, amigo, o conocido que toma la mala costumbre de molestarnos constantemente, tirándonos bombitas hasta sacarnos de quicio, convirtiéndose en el principal antagonista de nuestro día a día. Gracias a esta relación animada comprendí que  juegan el papel del gato Tom en nuestra vida, lo juegan simplemente porque no pueden ir contra su naturaleza, por lo que hay que comprenderlos y aprender a vivir con ellos.

Pero sin lugar a dudas, por lo que más agradecida les estoy a estos adorables dibujitos de mi infancia, es por haberme introducido al maravilloso mundo del jazz. A la hora de buscar la banda sonora de mi vida, siempre encuentro en este estilo musical el acompañamiento ideal para mi existencia.

29 junio 2011

Amistades Peligrosas



La amistad es algo maravilloso, el único problema se presenta cuando por inocentes, nos pasamos de amistosas y terminamos empleando el rótulo de “amiga” indiscriminadamente. A las amigas hay que elegirlas muy bien, porque no todas las “amigas” son verdaderas amigas. Muchas de ellas son viboritas triperinas agazapadas, que al más puro estilo de zorras disfrazadas de ovejas, están siempre listas para emponzoñar nuestras vidas en la primera oportunidad que se les presente. Por este motivo, he hecho una lista de aquellas amistades peligrosas que todas debemos evitar.

La amiga serruchera: Ésta sin lugar a dudas ocupa el primer lugar en nuestro ranking de amigas indeseadas. La serruchera tiene un apetito voraz por los hombres y por insaciable esta nefasta jamás discrimina. En materia de hombres para ella todo vale y los novios y esposos constituyen uno de los platos preferidos de su menú. El sólo hecho de que tu novio tenga registro de dominio lo hace más apetecible para ella. La muy patética empezará a fantasear con él como si se tratara de un plato suculento y no descansará hasta que logre saborearlo. No peques por necia y no permitas que tu pareja pase a convertirse en su plato del día. ¡Nada tuyo debe figurar en su menú!

La amiga fotocopia: Estas “amigas” no pecan por malas sino por plagas. No existe nada más patético e irritable que tener una clon wannabe entre nuestras amigas. Todo lo que te ponés, todo lo que hacés y todos los sitios que frecuentas a ella le FASCINAN y lo manifiesta copiándote en todo. Si te teñís el pelo de naranjado ella aparecerá al día siguiente con senda cabeza de zanahoria; te copiará todo tu ropero y si lo que te ponés no lo encuentra en plaza, de fija te lo pedirá prestado para sacar el modelo con su modista… Al comienzo seguro te deleitará tener cerca a alguien que te admire tanto, pero de seguro a la larga te empezará a frikear su obsesión por ser como vos y te sacará de quicio su falta de personalidad.

La amiga doble cara: Siempre que estés cerca será la más “divina” y estará de acuerdo con todo lo que digas y todo lo que hagas; pero basta que te ausentes un segundo para retocar tu rouge y ya estará hablando pestes y culebras de tus “elecciones de vida” y “manera de pensar” acuchillándote al más puro estilo asesino serial con quien le preste el oído para escuchar todo lo que tiene que decir sobre vos. Como siempre es tan amorosa gua’ú contigo, te costará creer aquello que anda diciendo a tus espaldas, pero más te vale que te despabiles antes de que te incinere con su venenosa lengua triperina.

La amiga chismosa: Todas tenemos una amiga que peca por boca suelta ya sea por mete pata o porque no puede con su alma de conventillera. Se encargará de difundir con nombre y apellido todo lo que le rogaste encarecidamente que no repita. Si la usas de confidente ¡fuiiiste! ya que ni bien se le presente la oportunidad sacará a ventilar todos tus trapos sucios y todas tus intimidades pasarán a ser de vox populi. Tenes que detectarla antes de que te conviertas en la comidilla de la aldea.

La amiga tapita: Esta amiga de tan borracha vive tirada por el piso e irremediablemente siembra el caos en todos tus sábados de parranda. Sus incidentes e indiscreciones de borrachina te meterán en problemas con tus padres, tu novio y todas tus amistades y siempre terminará aguándote los fines de semana ya que tendrás que servirle de niñera, enfermera y chofer.

La amiga chicle: Este tipo de amiga, es muuuy común. Terminarás pasando casi todos los días, con ella. De tanto ir a tu casa se comporta como si fuera la suya, te vacía la heladera, se meterá en tus discusiones familiares y de tanto estar allí hasta seguro ya tenga su lugar fijo en la mesa familiar. Te seguirá a donde vayas como tu sombra. La única diferencia es que tu sombra no habla y no molesta. Los pocos minutos del día que no pase contigo seguirá omnipresente ya sea a través de interminables llamadas telefónicas y constantes mensajitos a tu cel o black berry. Cuando tengas novio parecerá tu Tomasita y tendrás que pedirle encarecidamente que te dé un respiro para que puedas tener algo de intimidad con tu otra media naranja.

La amiga rata: es la miserable del grupo. Nunca, pero nunca pone plata, y cuando pone, siempre pone menos que los demás. Ella es la reina del ahorro a cuestas de tercero y domina el arte de hacerse la tonta para evadir sacar la billetera. Además de rata, sabe sacar provecho. No sólo no pone guita, sino que trata de sacarle a las amigas y quedarse con el vueltito. Es la primera en proponer hacer una vaquita para pagar algo, y como ella es la que organiza, nadie se percata que la única que no aportó un peso fue ella. Las pocas veces que se digna a aportar algo, le saca el jugo al máximo: ¡si pone el auto, todos le tienen que pagar la nafta y si se exceden del kilometraje no duda en cobrarles un fee  por el cambio de aceite! Nunca invita, siempre es invitada y no es de extrañar que llegue con manos vacías a tu cumpleaños n° 18, ¡total todavía te debe hasta tu regalo de quince!

La amiga interesada: Si tu cuenta bancaria posee muchos ceros, tendrás una lista interminable de “amigas” de esta calaña. Ha perfeccionado el arte de chupar la media para sacar cuanta ventaja pueda de tu status y tus millones. Por más que no tenga un peso partido por la mitad, siempre se la ingeniará para marcar tarjeta en el VIP de la disco ordenando champagne a cuenta tuya. Te llorará miserias y hará brillar hasta tus medias opacas de tanto sobarlas para que la termines invitando de vacaciones contigo. Siempre y cuando tu billetera siga cargada la tendrás “incondicionalmente” a tu lado, pero ante el menor giro de fortuna o caída en desgracia será la primera en borrarse del mapa, no contestando ni tus llamadas por andar muy ocupada buscando una nueva sponsor oficial para sus ambiciones.

La amiga agujero negro: Su densidad genera un campo gravitacional que te chupa toda la energía. Ella vive deprimida y argelada. Todo le sale mal, nada le gusta y nada la consuela. Te usa de psicóloga ad honorem y paño de lágrimas y mocos. Como vive desdichada le tiene alergia a la felicidad ajena por lo que no duda en aguar todas tus alegrías contagiándote su mala onda. Para completar su cuadro, todo gira en torno a ella y a SUS problemas. Si bien te llama a cualquier hora para contarte entre lágrimas y sollozos que se peleó con su terapista o a plaguearse como si fueras radio Ñanduti, ni se te ocurra contar con ella cuando algo en TU vida no sale bien. Ni bien empieces a desahogarte cambiará el tema de conversación para avocarse nuevamente   a SUS problemas, que obviamente son muchísimo más serios que los tuyos.  Su enojo con la vida la hará tan pesada que terminarás evitándola como al dengue, aunque lastimosamente no existen repelentes contra las amigas densas.

06 junio 2011

El rey de la casa: ¿qué clase de padre reina en tu hogar?



Padres, los hay de todos los tipos: gruñones, amorosos, modernos y tradicionales. Convengamos que los tipos de padres son tan variados como los tipos de madres. Pero si hay algo que todos tienen en común, es que todos ellos se creen los “reyes” de la casa.

En ocasión a los festejos del día del padre, y siempre fiel a mi aversión hacia las cursilerías, les presento algunos de los tipos de padres que reinan en sus casas. Ojalá que estas caricaturas les sirva para identificar al suyo y definir si se trata verdaderamente de un rey…. ¡o de un tirano!

El Padres Guardabosques: Durante toda la infancia de sus hijas, son los padres más protectores, cuidadosos y tiernos de la tierra. Pero cuando llega la adolescencia y sus princesitas empiezan a desarrollar algún asomo de curvas, se transforman en la peor pesadilla de sus princesas y, por añadidura, de los príncipes de éstas. ¡Los celos los consumen y ni siquiera se molestan en disimularlos! Cada vez que su hija se va de parranda saca un centímetro para medir el largo de su falda y aprobar o censurar su look. Si está muy escotada, con la panza al aire o con un vestido ceñido al cuerpo, más escandalizado que pa’í en misa negra, la manda directamente a la habitación para que “revise” su vestuario y se ponga algo más recatado. Lo más probable es que sus hijas salgan vestidas de la casa como monjas, obviamente llevando la mini y el top de cambio escondido en la cartera. Cuando los pretendientes de sus princesitas las visitan se pasan controlándolos sigilosamente como agentes de la CIA, llegando incluso a ponerse a limpiar frente a los nerviosos noviecitos su colección entera de escopetas. Si carecen de armas, las suplen con su mirada intimidante y constantes advertencias con vozarrón autoritario.

El  Papá Cool: Estos padres están a la última. Comparten con sus hijos su pasión por la moda, por la tecnología, por lo retro, por los videojuegos y la música. Hasta ahí todo bien. El único problema es que tarde o temprano su “buena onda” empieza a sacar de quicio a sus hijos. Cada vez que vienen de visita los amigos de sus hijos, el papá cool cree que vienen a visitarlo a él y los monopolizan charlando sobre el origen del trance, debatiendo sobre los mejores discos de Pink Floyd, comentando la última película de Tarantino e informándoles sobre las mejores aplicaciones para el iPhone. Lo que empezó siendo un padre canchero, se convierte en un papá intolerablemente denso. Al punto que los hijos se ven forzados a tener que ser ellos quienes fijen límites…. ¡Pero a sus viejos!

El Padre DT: Su condición de futbolero de corazón los hace amar a su club tanto como a sus hijos. Lo primero que hace al enterarse que va a ser papá es hacerle socio y comprarle una remerita de su club. Tampoco es de extrañar que llame a su primogénito Salvador en honor a Cabañas, José Luis en honor a Chilavert o Juan Ángel en honor a Napout.  Sus hijos tienen carnet de socio antes que cédula de identidad y probablemente aprendan a decir Cerro u Olimpia antes que papá. Su pasión casi obsesiva por el futbol no se acaba en el merchandising. Él sueña no sólo que sus hijos compartan su amor por su club, sino también que éstos algún día integren la albirroja, por lo que empieza a entrenarlos antes de que aprendan a caminar. 

El Padre Prusiano: Más mandón que sargentos de cuartel, a estos padres sólo le faltan las trompetas y el uniforme verde. Son estrictos, ultra conservadores, disciplinarios y amos y señores de todo lo que hay en la casa (personas incluidas). Su casa se rige por un estricto orden militar donde todo está sujeto a un horario inquebrantable y a una autoridad incuestionable. En el escalafón de mando familiar el papá prusiano es siempre el General del Ejército, la madre la Coronela y los hijos los cadetes. No duda en castigar a cualquier hijo que ose salir de la fila, alterar el orden  o desafiar su autoridad. No es dado a la conversación ya que en vez de hablar, manda y en vez de retar, ladra. Es todo trabajo y nada de ocio y sostiene que el relajamiento y la recreación son para los haraganes y zánganos. Las cosas que más le sacan de quicio son la pereza, la insolencia, los zurdos y los pelilarguis. 

El Papás Pachá: Es el polo opuesto del padre prusiano. Se olvida de todo, es fresco, impuntual y nunca se puede contar con él para nada. Es de los que se levantan a las 10 de la mañana y le gritan a sus hijos: “¡Apúrense que van a llagar tarde al colegioooo!”. El  muy kaigué trata a sus hijos como sus ordenanzas personales, pidiéndoles que le acerquen el control remoto o le traigan la cerveza de la heladera. Si bien llega tarde a todos los actos del colegio, jamás se pierde sus partiditos de futbol con los cuates. Este tipo de padres son más hijos que padres, y generalmente sus hijos (notoriamente más responsables que ellos) son quienes tiene que recordarles los compromisos, sacarlos de sus apuros y encontrarles hasta el celular que dejaron por distraídos dentro de la heladera….obviamente junto a la cerveza.

El Padre Quisquilloso: Ama criticar tanto como ama corregir, haciendo visible hasta las más pequeñas equivocaciones. Su perfeccionismo no se agota en su persona, extendiéndose hacia lo que espera de su esposa e hijos. Este tipo de padres son doctorcitos todólogos absolutamente convencidos de que ellos saben hacerlo todo mejor. Como nunca está satisfecho, adquiere el hábito de plaguearse más que su esposa (quien vale la pena aclarar, ¡tiene todo el derecho de hacerlo!). Siempre está a la defensiva y siempre cree que tienen la razón. Pero sin lugar a dudas, lo más tedioso de estos padres son sus sermones. Sieeempre tienen una lección para cada ocasión. Cada vez que empiezan con algunos de sus interminables sermones magistrales sus hijos sienten ganas de gritarles: “¡Ovaleemaa!!

El Padre Ausente No lleva a sus hijos a la escuela, ni conoce el nombre de la maestra. Lo más probable es que los compañeritos de sus hijos lo conozcan recién el día de su colación de sexto curso. Su nivel de colaboración en la casa es absolutamente nulo: no cocina, no lava, no plancha, no cambia pañales, no barre, no choferea. ¡Nada de nada! Como está convencido que la función paternal es únicamente servir de chequera, se limita a proveer y probablemente sus hijos terminen viéndolo con cara de banco. Su lema: “Yo cumplo con mantenerlos y que su mamá los críe”. Es el típico ejecutivo workaholic que vive por y para el trabajo. Como trabajan 17 horas de lunes a sábado, pueden pasar meses enteros sin verles la cara a sus hijos, por lo que terminan regalándole una Barbie a su hija por sus 16 convencido de que cumplía 8.

El Papá Fanático: Sus hijos son su mundo y el orgullo excesivo que siente por ellos los lleva a convertirse en una especie de chirolero obsesivo. Se pasa mandando fotos de sus hijos de mil quinientos KB por mail a todos sus amigos y conocidos, se pelea con los árbitros en los intercolegiales de sus hijos por ciego y con sus maestras cuando les ponen malas notas. Como los portarretratos le quedan cortos, tiene en su haber cuanto objeto pueda llevar el rostro de sus preciosos hijos: remeras, tazas, protectores de pantalla, alfombras, mouse pads, toallas, almohadones, sábanas, llaveros y hasta tatuajes en su piel con sus caritas. Este tipo de padres no son tan tediosos para sus hijos como lo son para los prójimos que tienen que escucharlos hablar una y otra vez de los innumerables talentos de sus hijos. Cada vez que llega a la reunión de padres del colegio todo el mundo huye por sus vidas para evitar escucharlo. Pero esto no lo desalienta. Si no encuentra a ningún conocido con quien compartir las proezas y hazañas de sus brillantes criaturas, no dudará en compartirlas con algún desconocido desprevenido.

El Papá Migraña: Vive enojado o de mal humor, a tal punto que sus hijos lo llaman “nube negra”. Cuando amanece piré vai, remata su mala onda con sus hijos y es tan cascarrabias y gruñón, que cuando está de luna o hay viento norte, sus hijos prefieren ponerse a estudiar las tablas de multiplicación por moto propio con tal de evitarlo. 

El Viejo Verde: Sus hijos lo llaman viejo, ¡pero por verde! Este tipo de padres en plena crisis de la mediana edad son la peor pesadilla de todo hijo, ¡y ni que hablar de las HIJAS! Se ponen viscos cada vez que pasa una chica y cuando alguien despierta verdaderamente su interés (algo MUY frecuente) no dudan en relojearla, piropearla y ponerse a flirtear descaradamente frente a sus muy espantados hijos, quienes para el padre en ese momento son invisibles.  Pero definitivamente lo peor de estos padres, son las oportunistas madrastras wannabes de 18 años que los rodean.

El Papá Tacaño: Su lema de cabecera es “Sólo dar lo Justo y necesario”. Cuentan hasta las moneditas de 50 Gs y hacen pasar papelones a sus hijos con las cosas que reciclan. ¡Pueden incluso llegar al extremo de reciclar hilo dental para hacer economía! Viven quejándose de la inflación, de los precios absurdos y criticando el “tren de vida irrealista” de su esposa y el consumismo de sus hijos adolescentes. Para ellos la palabra “shopping” es un sacrilegio y su palabra preferida es “ahorro”. Cuando sus hijos empiezan adolescentes empiezan a salir de noche, con suerte le sueltan 20.000 Gs, ¡advirtiéndoles de no gastar demasiado e indicándoles que traigan vuelto! Los prójimos terminan la noche chupando hielo para calmar la sed, para poder traer algo de vuelto cuando regresen a su casa. ¡Caso contrario, tienen asegurados que arderá Troya por su despilfarro!

El padre Buenudo: Este papá buenazo y confiado da todo a sus hijos y cree en todas y cada una de sus más patéticas excusas. Ellos tienen clarito que usando las palabras convenientes en el tiempo conveniente podrían conseguir lo que querían y convencerlo de cualquier cosa. Si su  hijo se gasta toda la mensualidad en farra, ni su cara de trasnochado hará dudar al padre buenudo de la veracidad del cuento chino de que el perro se comió su billetera! Este tipo de padres peca por bonachón y crédulo y termina convirtiéndose en la víctima eterna de sus hijos.