11 marzo 2013

La dignidad Femenina




Las mujeres tenemos que tener en claro tres cosas: que somos mujeres, que somos dignas y que somos valiosas. Nadie tiene derecho a empañar nuestro lustre porque sencilla y llanamente nacimos para BRILLAR.

Hace mucho tiempo leí un cuento cortito y hermoso. Se llamaba “La Fábula del Sapo y La Luciérnaga” y prácticamente hablaba de dos sapos gordos y horrendos, de esos que orinan en los ojos, irritan la piel al tacto y son más feos que el Ecce Homo de Cecilia Giménez Zueco. De pronto una hermosa y radiante luciérnaga voló sobre ellos deslumbrándolos con su luminosa belleza. La luciérnaga se acercó a ellos y uno de los sapos (el más feo y horrendo de los dos) se la tragó. El otro sapo asombrado le preguntó: “Pero porqué la mataste si los sapos no comemos luciérnagas?” Y este muy orondo contestó: “Porque brillaba”.

En la vida, muchas mujeres brillantes nos acercamos peligrosamente a personas de este tipo. A nefastos sapos humanos que intentan apagarnos. Por eso las mujeres debemos tener mucho cuidado con los sapos y ser conscientes de que nuestra luz, puede encandilar a ciertos bichos.

El tener cuidado obviamente no significa que tenemos que brillar menos, ni mucho menos escondernos para que no nos persigan. Sino ser conscientes de nuestro valor y volar aún más alto para que nos miren… pero de lejos.

No hay nada más triste que ver a una luciérnaga caída. Aquella mujer que ha sido víctima de uno de los tantos sapos y reptiles que rondan la tierra. Ellas se han olvidado que tienen luz y que llevan una invencible fuente de poder en su alma femenina. Ellas le temen a la libertad, le temen a decidir su camino, le temen a la soledad de la noche y terminan apagadas y escondidas o aplastadas por los crueles sapos.

La mejor manera de mantenernos luminosas como mujeres es aprendiendo a tener dignidad. La dignidad es el respeto que una persona tiene de sí misma. El respeto hacia una misma nos provee de una poderosa espada contra quienes intentan lastimarnos y un escudo, que asegura que quien la tenga no puede hacer nada que la vuelva despreciable a sus propios ojos. ¡Luciérnagas ármense de coraje y protéjanse con su dignidad, que no hay nada más poderoso en la tierra que una mujer digna!

Muchas veces se confunde dignidad con la pasividad y la sumisión. Que seas digna no quiere decir que tengas que dar la otra mejilla y sufrir estoicamente frente a los ataques enemigos. La dignidad implica saber hacerse respetar y si para hacerse respetar es necesario que  vuelen unos cuantos mechones, no duden en poner un poco de “orden divino” con sus propias manos. Como dice mi tía Kikina: “¡Que nadie te baje el penacho!” ¡Esto es ser digna caramba y no quedarse de brazos cruzados frente a la vida!

Pero que seamos dignas no implica que no suframos. Claro que dignas y todo sufrimos. Pero lo bueno es que una mujer digna sabe encontrar consuelo en su propia dignidad. Sabe que a pesar de las penurias, nuestra dignidad nos mantendrá a flote sobre el lodo y sobre todo los sapos que allí habitan.

Aquí les paso un decálogo para mantenerse a flote: los 10 mandamientos de la dignidad femenina:
  1. ¡No te pongas linda para un hombre ciego honey! Ponéte regia para vos misma. Se como la abuela de mi amiga Carla, que de tan digna, a sus 80 años duerme maquillada para que la muerte no la encuentre desarreglada. ¡Eso es ser digna! 
  2. No manches tu pelaje. Si sabés que algo te va a ensuciar, rebajar, vejar ¡no lo hagas! Es así de fácil. Decir no es reeee digno. Cada vez que te sientas débil, pensá en el armiño de invierno, que prefiere que lo atrapen los cazadores antes de manchar su alba piel con lodo.
  3. No dependas de nadie más que de vos misma. La mujer que vive dependiente de otra persona, se vuelve inválida y se anula. Por más de que tu marido sea un regio que te mantenga, buscate a menos un hobby o estudiá por gusto para que el día de mañana tengas una profesión, talento u oficio que te permita decirle Adious con acento gringo al desgraciado.
  4. Jamás permitas a nadie ponerte un dedo encima. Los únicos hombres que puede llenarte de moretones son Carlos Bacchetta y Fer Barriocanal. O sea, tus cirujanos de confianza. Si tu rostro amoretonado no es el producto de una rinoplastia, querida no tengas miedo. Buscá ayuda que lo más seguro es que la vas a encontrar. No inventes excusas. No creas que es tu culpa. Corré, olvidalo y denuncialo para que no vuelva a lastimar a nadie más.
  5. Jamás permitas que pronuncien tu nombre en vano. Vos sos una diosa y como tal tenés que ser respetada. Que nadie te acuse falsamente, ni jure en tu nombre, ni te maltrate verbalmente. Defendete, contestá y mandalos a cantar el himno americano a Irán.
  6. ¡Amate a ti misma! En todos los sentidos de la palabra. Literal y metafóricamente y en todas las dimensiones posible. Recuerda siempre que vos vales todo lo que deseas. Nada es imposible ni inmerecido para tí. Vos podés alcanzar todos tus sueños y tenés la fuerza adentro tuyo hasta para exigir aquello que considerás tu derecho. Con la boca se pide lo que se quiere y toda mujer digna sabe que tarde o temprano conseguirá lo que busca y jamás nadie le hará desistir ni creer que es imposible o ridículo.
  7. Recuerda que ser feliz es un ejercicio. Hay que perseguir constante e insistentemetne a la felicidad. Encuentra algo que amas hacer y que puedas hacer cada día de tu vida por puro gusto. Sonríe a la vida y muéstrate alegre y agradecida cada día. Por más feo que se te pinte el panorama, siempre vas a encontrar alguna nota de color que te de motivos para ser feliz. Ser positiva cada día te hará cada día más feliz.
  8. Rebelate al machismo. Ninguna mujer puede ser digna manteniéndose sometida al yugo machista. Educá a tus hijos para que respeten y valoren a las mujeres, educá a tus hijas para que se respeten y se valoren a sí mismas. No vayamos a engañarnos. Que nuestro país aún está repleto de australopitecos involucionados que siguen convencidos de que las mujeres tenemos orgasmos repasando el piso de la cocina, que nacimos para servirles y que no tenemos derecho a protestar y menos aún de sentirnos iguales. Y bueno, en realidad no seremos nunca iguales. Bien lo dijo la dama de hielo: “En cuanto se concede a la mujer la igualdad con el hombre, se vuelve superior a él.
  9. No mendigues amor. El amor no se ruega, se inspira y si no logras inspirarlo de balde vas a suplicarlo. Cuando un hombre te quiere nada puede hacer que se aleje. Cuando no lo hace, nada podrá hacer que se quede. ¡Dejalo ir, y hacelo con gusto, porque como diosa que sos, te merecés ser amada por sobre todas las cosas!
  10. Hacete respetar querida. Que nadie nunca te baje el penacho ni apague tu brillo. ¡Shine bright like a diamond!

DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS




Junto con el alado rechoncho que revolotea  cada por los aires cada catorce de febrero con sus dardos ponzoñosos, llega también una detestable oleada de cursilería capaz de provocar nauseas hasta en la más fanática lectora de Corín Tellado. Es que la cursilería de San Valentín no conoce límites. Se convierte en una especie de fenómeno colectivo que va infectando hasta a los seres más improbables de una necesidad de demostración exagerada de amor efusivo y telenovelero. Puaaah!! Se me revuelve el estómago de sólo pensarlo.

En esta época del año el amor se expresa de manera casi satánica, manifestándose en sus versiones más demoniacas, para espanto de quienes aún conservamos algo de cordura. Como a los demonios hay que nombrarlos para exorcizarlos, pasemos a nombrar a las expresiones más nefastas del amor cursi que se manifiestan en el día de los enamorados.

Los novios babosos: Todas las mujeres, aún las más cínicas, secretamente añoramos encontrar a un príncipe azul de alma romántica, un hombre sensible, que comprende nuestra esencia, sabe expresar sus sentimientos, aprecia la poesía, las cenas a la luz de las velas y domina algún arte como tocar la guitarra o recitar en francés. Por lo general estos especímenes suelen ser tan escasos como resorts en Iraq. Lastimosamente lo que hay a patada son versiones exageradas de novios que de tan románticos hacen de la cursilería un arte. Ellos son los novios cursis y babosos. Esos que lloran más que vos al final de “The Notebook” y una termina teniendo que consolarlos a ellos. Esos que en sus autos escuchan Luis Miguel a todo volumen cantando con lagrimones en los ojos mientras te miran con cara de bambi degollado. Esos que no pueden dejar de toquetearte, piropearte y besuquearte ab nauseam infinitum. Esos que de tan invasivos y densos parecen chuparte el oxígeno cada vez que respiran. Si ya son exageradamente cursi todos los días del año, imagínense en lo que se convierten en el día de San Valentín. Un guiso de criptonita es más digerible que estos especímenes en San Valentín. ¡Corran por sus vidas!

La invasión de los ositos de peluche: ¿Me pueden explicar qué puede hacer una mujer adulta, inteligente y en sus cabales con un osito de peluche? ¿Alguien me puede explicar a qué tarado se le ocurrió regalarnos animales de peluche con nefastos corazoncitos y cartelitos que dicen “te amo” como muestra de amor? ¿Qué pasó con la clásica y correcta tradición de regalar joyas? Si lo que quieren es demostrarnos amor eterno, ¿por qué nos regalan objetos perecederos (bombones y flores) y otros absolutamente inútiles y ridículos como los nefastos ositos de peluche?

Las besuqueiros a la vista: Otra cursilería intolerable es la necesidad de besuquearse en público como si estuvieran comiéndose sus respectivas lenguas. Porqué no piensan en los prójimos que tenemos que contener las nauseas ante este acto vulgar. ¡Manga de chabacanos! ¿Acaso no les enseñaron sus padres que es de mal gusto comer frente a quien no tiene diente, o en este caso lengua?)

Los apodos idiotas: Cada catorce de febrero agradezco a Dios no ser florista. Imagínense lo detestable que ha de ser esta fecha feliz. Tener que recibir 958.450 pedidos de flores y recibir por dictado todos los apodos más patéticos del planeta y los mensajes más “brillantes” y “originales” posibles y encima tener que contener las  náuseas y la risa. Definitivamente no podría hacerlo sin ahogarme en mi propio vómito. “Mi chuchucita te quiero con el alma, tu pukito.” “Mi diosa, me volvés loco, tu maxichulo”. ¡Tengo que parar o voy a empezar a tener arcadas!

Pasacalles: Francamente me supera ver un anuncio ñembo romántico en un lugar destinado a campañas electorales o avisos de pollada y kermeses. No entiendo que tiene que ver un pasacalle que dice: “Jessi te amo” colgado al lado de uno que dice “Zorro-Zorrete, lista Nº 4” o “Servicio de Dijey 0989343579” o “Día de los enamorados Gran fiesta Show Balneario Chururú - 14 de febrero”. ¡Pero por favoooor! ¡Líbrame Dios de esta grasada!

Los que hablan como bebé: Los pelotudos que se ponen todos caramelosos recitándose versos y tonterías con voz de criatura son quienes para mí se ganan la medalla de oro en lo que respecta a la cursilería. Estos especímenes son los que más me sacan de quicio. No hay nada más polipatético que un adulto poniendo voz de infante. Es tan nefasto como escuchar los sonetos de Neruda recitados por Kiko Súper híper mega absolutamente nauseabundo. “Apupuchúlina mi muñequiiitaaaaa. Coooomo que no te voy a llamar esta nocheee, claro mi pukipuki…. Como me voy a olvidar de mi princesiiitaaaaa. Ñambena mi chiquitita lindaaaa vos co sos mi mami linda, la más hermocha…” Agradezco cada día de mi vida que Dios nunca haya puesto a uno de estos mamarrachos en mi currículo amoroso.

Declaraciones públicas de amor desmedido: Antes la radio era el medio elegido para estas patéticas declaraciones con el popular: “le quiero mandar saludos a mi negrito y decirle que le quiero masiado mucho.” Hoy estas declaraciones son emitidas al ciberespacio en la forma de los poemas más trillados, y los versos más melosos posibles. Un párrafo repleto de cursilería pública enviado a todos los que te conocen y a los que no también, en el cual hacés públicos tus sentimientos más profundos e íntimos. No es anormal recibir un chorizo declaratorio en tus notificaciones que diga algo por el estilo: “Desde que conocí a Eduardo José Mendrisio Alonso mi vida cobró nuevo significado. Agradezco el haberte conocido aquella noche estrellada bajo el sauce llorón y que la luz de la luna me guiara hacia ti porque desde entonces soy la mujer más feliz del planeta y el dulce palpitar de mi corazón late sólo por ti. Etc. Etc. Etc.” Quienes tienen mayor capacidad de síntesis pueden hacerlo en 140 caracteres con un: “Con @Lobito23remacho me pasa algo precioso. Lo amo y me vuelve loca su sonrisa. #Muerodeamor, #Yalodijeya, #Sanvalentinmevuelveloca”

EL KARMA DE LA BELLEZA: NO ES FÁCIL SER HERMOSA





(Suspiro y luego otro suspiro otra vez de manera muy sonora para agregar drama a la declaración.) Es hora de que lo diga: “No es fácil ser hermosa.”

Si lo he dicho y al hacerlo he roto la ley tácita que prohíbe a que toda mujer bella se declare públicamente bella.  (No sé a qué tarado se le ocurrió que las mujeres bellas debemos también ser modestas). Sé que todas ustedes me están odiando en este momento por el solo hecho de que con esta frase estoy afirmando que soy muy consciente de mi belleza, algo que, según la misma ley tácita antes citada, también debería ignorar. Básicamente la ecuación es la siguiente: LINDA = BURRA y como burras debemos ser totalmente ignorantes de nuestra belleza o al menos fingir demencia o fingir modestia al respecto.

La realidad es que muchas bellas han dominado el arte de hacer parecer al resto de los mortales, y principalmente a la gente fea, que ellas no están al tanto de lo lindas que son y si lo saben, no le dan luego importancia a su belleza. No hay miss que logre ganarse su corona sin antes haber dominado esta técnica, porque nadie quiere a una miss que se crea linda. No, esa es la gran contradicción. A pesar de haber accedido a un cetro casi inaccesible, destinado únicamente a mujeres absolutamente preciosas, está terminantemente prohibido que la miss se crea linda. Cuando esto sucede, automáticamente queda tildada de antipática, argel, creída, santoró, pura, ojejapó y todos esos apelativos autóctonos que la gente ha acuñado para desacreditar a las mujeres lindas, simplemente porque son conscientes de su belleza. HELLO! GANARON UN TÍTULO DE MISS! ¿Cuán tonta tienen que ser para no creerse la última Coca Zero del Gym? ¿Porqué cuando se trata de belleza una no se puede creer lo que ES? A mí me resulta tan ridículo negar la propia belleza, como Michael Jackson haciéndose pasar por blanco y tan falso como político haciéndose del honesto.

Lo que la mayoría de la gente común y corriente y absolutamente toda la gente fea ignora es que no es fácil ser bella. Existe una creencia popular que dice que “la belleza abre muchas puertas”, algo que no voy a negar porque es muy cierto, pero lo que la mayoría sabe, es que así como abre muchas puertas, la belleza también cierra (y de un puertazo con estruendo) muchísimas otras puertas. ¿No me creen? Sabía luego que no lo iban a hacer. Pero vamos a ver si al terminar de leer esta columna siguen pensando que estoy diciendo sandeces. Comencemos entonces a analizar todos los sinsabores que las mujeres hermosas enfrentan en su día a día. Les aseguro…. (suspiro)… que al contrario de lo que suponen ¡no son pocos!


SER BELLA DESPIERTA ENVIDIAS: Si, no hay nada que despierte más antipatía que ser linda, sobre todo en lo que respecta a las otras mujeres. Lo único positivo de todo esto es que esta envidia parece ser directamente proporcional a la fealdad de las envidiosas. 



ECUACIÓN: BELLA = TONTA: Este es el primer de los prejuicios con los que toda bella tiene que lidiar. Obviamente esta creencia se ha forjado gracias al generosísimo aporte de muchas bellas idiotas y otra tanda de comentarios brillantes hechos por misses y modelos que han opacado por completo a una gran cantidad de mujeres bellas E INTELIGENTES; porque aunque Ud. no lo crea, también se puede ser bella E INTELIGENTE por más injusto que parezca.  No todas las mujeres bellas creen que Gandhi creó el yoga, que Picasso es paraguayo, que Confucio es un chino japonés que inventó la confusión y que la estatua del Mariscal López en realidad es de Lino Oviedo montando a caballo.  No se olviden que también hay “desgraciadas” como Natalie Portman que además de ser hermosas, ganó un Oscar, fue suma cum laude de psicología en Harvard y habla perfectamente hebreo, francés y japonés. Y no nos olvidemos de una de las actrices más bellas del mundo que también fuera Miss Mundo en 1994, Aishwarya Rai, quien además es arquitecta y habla perfectamente 7 idiomas. Es más, el sistema de comunicación que constituye la base del GPS, la telefonía celular, el Bluetooth y el wifi fue inventada en sus ratos libres nada más y nada menos que por la diva de Hollywood Hedy Lamarr. Esta sirena de la gran pantalla, durante los años 40 y en plena Segunda Guerra Mundial de día filmaba musicales y por la noche inventaba sistemas para guiar misiles. Bueno, creo que ya he probado mi punto.

SER BELLA TE LLENA DE BABOSOS: Uno se imagina que las mujeres lindas están todo el día rodeada de potros. Uno cree que ellas son como las Barbies, solamente acompañadas de muñecos Ken. Pero la realidad es muy distinta. El hombre es sin lugar a dudas el animal más baboso y pretencioso que exista sobre la tierra. Por más feo que sea no va a dudar de lanzarse al ataque ante toda mujer linda que se le cruce. Imagínense lo que es tener que pasarse el día rodeada de seres babosos que porque sos linda y tenés buenas curvas te persiguen como animales en celo aunque no te acercarías a ellos ni por caridad cristiana. Bienvenida a la jungla que deben atravesar las valientes mujeres hermosas de esta tierra, llena de bichos depravados que ¡Ni con repelente te los sacás de encima! ¡DI-VI-NOS! 

NO PODES SER BELLA Y TALENTOSA: Parece que por el pecado de ser bella, no se puede ser nada más que eso. Así como no podés ser inteligente tampoco podés tener ningún otro talento. Por más bien que haga lo suyo, siempre van a encontrarle peros. Con tal de no darle valor a lo que hace, van a compararla con el mayor exponente del arte en cuestión. Si hace tartas le van a comparar con Ferrán Adriá, si baila la compararán con Maya Plisestkaya, si actúa con Meryl Streep. Bien que si era feita la gente por caritativa le iba a dar mérito por lo que hacía. Por ejemplo, pongamos a dos cocineritas una fea y otra linda. Les aseguro que la más ponderada iba a ser la fea. No van a faltar los comentarios tipo: “si pobrena ella co es tan fea angá, pero cocina tan riiico que no te imaginas, ni en el cielo se han de comer manjares tan deliciosos como los que ella prepara.” Si estuviéramos hablando de lo que prepara la cocinerita linda no iba faltar el buey corneta que acote al instante: “Nada que ver. Pura pinta lo que es. Eso co decís nomás porque es linda.” 

SER BELLA DESACREDITA: Este punto está íntimamente ligado a los dos puntos anteriores. Como está tan generalizada la presunción de que las lindas son tontas y no queremos luego saber de que tengan talentos porque nos hace odiarles aún más, nadie espera luego que una chica linda haga algo más que ser linda. Si van a un consultorio y les atiende una doctora rubia glamorosísima y yeguísima, no van a poder luego disimular su asombro. Seguro le van a decir: “¡¿voooos sos la doctora?!” Seguro que adentro suyo se imaginan que es la asistente o la secre y más seguro aún que cuando se enteren que ELLA es la NEUROCIRUJANA que les va a operar van a dudar mil veces en operarse con la linda. ¿Por qué? Porque en el fondo todos creemos que las lindas lo tienen todo más fácil, que se les regala las notas y que pasan porque los profesores son unos babosos que no pueden resistirse a sus sonrisas. Esta es una de las mentiras más crueles. Hay una legión de bellas esforzadas que quieren ser más que simples caras bonitas. Ellas entrenan desde los seis años levantándose todos los días de su vida al alba, se sudan la vida, ganan medallas, llegan a las olimpiadas y todo para que alguna idiota que lleva cuarenta años postrado en su sofá diga: “Pero esa está ahí por linda nomás.” 


SER BELLA INTIMIDA: Encima de que tenemos que lidiar con tanta antipatía, otra véz debemos preocuparnos de no herir susceptibilidades, mostrándonos totalmente ignorantes de nuestra belleza para que nadie se sienta intimidado por nosotros.