05 septiembre 2015

LA TREPADORA SOCIAL: A KAÍRO SOBRE LA SOCIEDAD





¡Ahora que ya se fue el Papa Francisco ya puedo volver a ser mala! Por más de que en mi cuenta de Facebook me pasé todo el mes de Julio Papal hablando sobre el amor al prójimo y retuiteando los mensajes divinos del Papa Pancho, yo tengo que admitir que a veces no le quiero tanto a todos mis prójimos. No me mal entiendan. Yo soy muy poco prejuiciosa en lo que respecta a raza, religión y orientación sexual. Puedo decir que en esas áreas soy total y absolutamente políticamente correcta. Ahora bien, pónganme un hippie en frente para que me cante Kumbayá y me trate de vender un atrapa sueños y van a descubrir el límite preciso de mi tolerancia. Pero hasta con ellos puedo llegar a ser semi tolerante. Al fin y al cabo el hecho de que usen zapatillas con los pies absolutamente mugrientos por puro gusto y no por necesidad, no le hace mal a nadie. 

Pero con quienes verdaderamente no tengo ya ni un ápice de tolerancia es con los políticos corruptos ni con las trepadoras sociales. De los políticos no vale la pena que escriba ya que la prensa ya les dedica ríos y raudales de tinta. Pero de las trepadoras nadie se ocupa. Y hay que ocuparse porque desde hace décadas nos vienen invadiendo el territorio, y si no las detectamos a tiempo,  terminarán con una ocupación forzosa de nuestro espacio vital.
Antes de empezar, quiero aclarar que yo no tengo nada contra el progreso. Soy una gran admiradora de todas las mujeres que salen de la nada, que con trabajo y sacrificio se hacen un buen nombre, una carrera, se reinventan y prosperan. Pero cuando el progreso viene gracias a una agendita forrada en purpurina, cuando el camino es saltar de cama en cama hasta la fama, y se llega encaramándose encima de todos los escalones que encuentran en su camino, sin ningún tipo de reparos morales ni escrúpulos y valiéndose de cualquier medio para prosperar, estamos ante una escaladora social de pura cepa cuyo principal objetivo de vida es treparse a kaíro sobre toda la sociedad.

Sin lugar a dudas, este tipo de mujeres supone un riesgo para todos, porque para ellas, cada persona que encuentra en su camino se convierte automáticamente en un escalón más para alcanzar su objetivo final, en un peldaño más para su ascenso a la fama, fortuna o posicionamiento social. 

Para protegerse de ellas es fundamental conocer su perfil.

Por lo general aparecen de la nada. La mayoría viene de alguna aldea pitufa que no aparece ni en el mapa y que tiene algún nombre pintoresco como Asentamiento Tupasy Arroyo. Otras tantas vienen del banlieue…. por lo que podrían bien ser catalogadas como periféricas. Su máximo abolengo es algún apodo coqueto o algún titulito de Miss de Balneario. 

Por lo general llegan “en” la capital e inmediatamente nace en ellas una atracción insuperable hacia todos los símbolos del poder económico: autos de lujo, restaurantes caros, ropas de marca, joyas y todo lo que el dinero pueda comprar. Al inicio ellas suspiran por un para su candidato que le lleve “en” el Cente y les compre para su celular con chí. Pero a medida que van alcanzando sus objetivos se van fijando nuevos objetivos más demandantes y ambiciosos.

Al comienzo a todas les falta un pulido industrial. Por lo general las describen como “diamantes en bruto”, pero yo las dejaría con la descripción de “brutas” ya que la palabra diamante como que les queda grande. Son más bien como veladores de bronce que necesitan urgente que alguien les saque lustre. Pero así como son burras tienen una endiablada capacidad de aprendizaje y al poco tiempo ya están hablando como teresianas de pura cepa y aquella que al comienzo creía que la sidra era “champán”, jura y re jura que desayuna Pom y cena Dom. 

Ni bien empiezan a ascender y posicionarse, lo primero que hacen es reinventarse. Enseguida desechan su González y se inventan un apellido compuesto o se cambian el nombre y se aferran al apellido chuchi de su marido, pasando a ser Fulanitas DE Ponce de León y Saavedra. Atrás quedo la dulce Darlys Elyzabet González de Potrero Cue que se iba en el clut y jugaba volley de baldio.  Ellas crean la leyenda de su vida, en las cuales se presentan como virgencitas con historias de protagonistas de novela mañanera que tuvieron una vida sufrida en la cual tuvieron que luchar contra múltiples Sorayas Montenegros que las trataron de marginales. Otras ponen un velo sobre su pasado, pero rascando con la uña uno puede encontrar la pintura original. 

Otra de sus cualidades es la de ser absolutamente encantadoras. Tienen un altísimo cociente de inteligencia interpersonal por más de que no se muestren brillantes en ninguna otra área. En seguida saben cómo adular para sacar ventaja y detectan al toque todas las debilidades de sus blancos. Cuando lo necesitan saben ser las más simpáticas, agradables, divertidas y graciosas. Pero lo malo de esto es que esta es una actuación, su meta es agradar para obtener favores y ser aceptadas. Su verdadera personalidad ellas la tienen enterrada bajo capas y capas de maquillaje social y no tienen nada verdaderamente auténtico que ofrecer a nivel emocional. Su buena onda es tan falsa como sus prótesis y alargues. 

Como buenas sociópatas que son, son capaces de leer perfectamente a las personas y calcular qué quieren y adaptar su conducta a esta información, generando en sus blancos una simpatía que engañará rapidísimamente a toda persona incauta. Esta es su arma más grande. Son tan efectivas en ganarse la simpatía de los demás que hasta pueden causarle un perjuicio patrimonial en sus narices y fumarles en pipa a sus víctimas sin que éstos pierdan ni siquiera la sonrisa de gilimemos. 

A ellas no les interesa destruir a nadie con tal de conseguir lo que desean. En su código de conducta el fin siempre justifica los medios y todo vale porque ellas se lo merecen. Son las que con una sonrisa a flor de piel le roban el marido a su mejor amiga y luego le dicen “Ay sorry ami! Pero la que no tranza no avanza, honey!” Cuando no necesitan ser encantadoras su pantalla de divinas desaparece y muestran su verdadero rostro inescrupuloso y vil. Son las villanas del ascenso, para quienes todos y todas tienen caras de escalera.
Además de divinas son esplendidas físicamente. Como usan su cuerpo como moneda de cambio, lo tratan como una inversión, y no escatiman recursos en mantenerlo en óptimas condiciones y tunearlo para volverlo aún más irresistible. A la hora de exhibir su mercadería no tienen ningún tipo de reparos. Se agachan para mostrar sus encantos y coquetean a diestra y siniestra hasta dar con la billetera que las haga surgir en la sociedad.

Cuando encuentran a su galán, sacan a relucir su mayor talento, su profundo conocimiento psicológico del arte de la conquista. Ellas saben exactamente cómo comportarse frente a cada hombre. Si es tímido se muestran busconas, si son farristas se muestran “re diver” y prestas a todo, si buscan el amor ellas se les presentan como el amor de su vida. No hay pelotudo que logre resistirse a su poder de seducción. Mientras más profunda sea su billetera, más grande y estrepitosa será su caída en las garras de la trepadora. 

Una vez que tienen a su presa cazada y domesticada, absolutamente enredada en su red de artimañas, le exprimen y le sacan el jugo hasta que les rinda beneficios. Ni bien se agote su fuente de ingresos, o aparezca un mejor prospecto, lo desechan y gritan a todo pulmón; ¡Neeeext! Eso sí, pónganle la firma que si es una trepadora de buena cepa el galán siguiente siempre será más rico y mejor posicionado. Estas chicas no dan puntada sin hilo por lo que no sueltan la cuerda hasta que no tengan una soga más gruesa de la cual agarrarse para su ascenso. 

En su camino dejan un rastro de familias destruidas, reputaciones hundidas, amistades rotas, traiciones, egos pisoteados y muchas cuentas en rojo. Pero ellas siempre terminan bien posicionadas y probablemente mucho más arriba del lodo del cual surgieron. Pero una cosa es cierta, podrán haber ganado mucho dinero, mucha fama, mucho brillo a fuerza de artimañas y bajos escrúpulos, pero lo que nunca pueden ganarse es el respeto de las otras mujeres que sieeempre las mirarán por arriba.


04 julio 2015

Secretaria VIP




No se dejen engañar, el caso de la secretaria vip no es solo UN caso, ni hay solo UNA. Debería hablarse de las “Secres”, en plural y con muchas eses, ya que este espécimen de ejecutiva está más extendido que la humedad. Les aseguro que hay una pandemia de Secretarias Vip. Según mis estadísticas hay más de 10 por cada bache  de Asunción y alrededores. 

Yo no sé qué es lo que ha llevado al surgimiento de tantas señoritas de dudosa instrucción y cuestionables funciones de oficina. Tal vez ahora son simplemente más notorias. Es que todas ellas hacen de la silicona una segunda piel, de las extensiones blondas con bucles en las puntas su marca registrada y de las pestañas postizas su sello personal. Por todo esto podemos deducir que lo artificial en ellas es natural, por lo que no hay porque extrañarse que simulen también sus funciones laborales. Si la ves tipeando a toda máquina y poseída, ni dudes que está chateando por el face con el churro que le dio un toque.  Si la ves archivando algo, seguro solo está escondiendo su lima de uñas y kit de manicure en el archivador. Ella es la reina del tekoreí y ñembotavy oficinista. Capaz de pasar horas jugando solitario con tanta cara de concentración que la gente jurará por su vida que está analizando una planilla de inversiones.

¿Pero como darse cuenta de que se está ante una Secre Vip y no meramente ante una cachaquera jubilada o una prójima con gustos de trola? Siempre debemos tener en cuenta que hay veces que la purpurina en las uñas es solo un faux pas fashionista o que la prójima que lleva sancos con plataforma de travesti mide 1 metro 20 y no lo hace por gusto sino por necesidad.

¿Se preguntarán cuáles son las señales de alerta? La primera es obviamente el lookete.  Olvídense de eso de que no hay que juzgar el libro por su tapa. Ahí les faltó poner SOLAMENTE. Lo primero que siempre se debe evaluar es la tapa y la contratapa. La secre Vip cae por su pilcha y hasta por su andar antes de que por sus hábitos. Y si bien no viene con una banda indicadora de miss secre vip remera mojada, ni con un letrero luminoso que alerte de que se está adentrando a la zona roja, el alto nivel de tunning-escote-uñas esculpidas- alargue de promesera-mechas paraguayanas- sancos con minifalda- pestañas postizas – animal print todo- cel lcase con purpurina – perro de cartera – cartera LV wannabe- maquillaje tatuado- silicona- colágeno- solárium- y perfume invasivo de empalago, debería ser una señal más que suficiente.


La segunda es el divismo uniformístico. Una mujer que monta un escándalo en la oficina para que le acorten más la falda del uniforme y así poder mostrar más centímetros de pierna y tal vez algún que otro centímetro de cola, no está ahí para trabajar. Una secretaria de a de veras tendrá más en cuenta cuestiones prácticas, y siempre preferirá un pantalón, o una falda larga que le permita sentarse y moverse cómodamente y no una pollerita de lambada que la convertirá en la pantalla plasma de todos los calentones de la oficina. 

Otra alerta naranja es la excesiva cordialidad y obsequiosidad hacia el plantel masculino – EN-SU-TO-TA-LI-DAD. Ella estará siempre cebando el tereré al rollo, ofreciendo un cafecito con voz de locutora y un poco más hasta se ocupara de sacudirle juguetonamente los restos de carne molida en la “barriguita” tras  la empanada que le sacudió su “jefecito” a la media mañana.

Y aquí aparece otra alerta naranja casi rojo – fucsia: el empleo sistemático de diminutivos. Una secretaria sería y de a de veras jamás de los jamases se dirigirá a su jefe con un diminutivo tipo: jefecito, papito, fulanito o tilinguito. Una secretaria VIP le trae un “cafecito a su jefecito y le trae un poquito de chipita para que no le haga malito toma su cafecito con la pancita vaciíta y le pide que le espere un ratito que enseguidita ya le trae la cartita” El nivel de melosidad es exactamente proporcional a la cantidad de itos e itas que logre incorporar en cada frase.

Otro factor delator es el Currículum Vitae. Si éste viene con una foto de cuerpo entero ya debería ser señal más que suficiente, si es en bikini yo ya no le echaría la culpa a la prójima, sino al tarado calentón que la contrató. Si la formación académica se acaba en el colegio y pone como “Datos de interés” que le encanta practicar zumba y es experta de pole dance y en “Otros datos de Interés” agrega que tiene una personalidad muy mimosa y tierna, y que es virgen por convicción y muy flexible, estamos ante una alerta púrpura con purpurina.

Personalmente considero a las Secres Vip mucho más indignas que a las prostitutas. Las prostitutas al menos son honestas, al menos se ganaron su esquina. Las Secres Vip vinieron a profanar un espacio que ha tomado tantos años y esfuerzo ganarse a la mujer. Ellas profanan un templo de la superación, de la igualdad, del trabajo y de la autonomía que  nuestras predecesoras se ganaron laburando en serio y no haciéndole servicios de horas extras a su jefecito.




MÁS TIPOS DE PAPÁ




 Hace unos años, con motivo al día del padre, les presentamos una lista de tipos de padres. Ahora que estamos aproximándonos nuevamente a esta celebración tan especial, decidimos propicio ampliar nuestra lista, ya que hay taaantos tipos de padres diferentes, que algunos quedaron afuera de nuestra lista de la columna anterior.

¡Les invitamos a celebrar a nuestros padres con estas caricaturas paternas!

Los Papás Cañón: Estos papis son verdaderos papitos. No sólo se visten a la última, sino que los años les sientan de maravilla y no falta nunca la amiga desubicada que acota entre suspiros: ¡que chuuurro es tu papá! Este papá es todo un galán que cada vez que lleva a sus hijos al cole paraliza a las demás mamás que quedan mirándolo como filmación de telenovela en cámara lenta. Algunos de ellos ignoran totalmente las reacciones que suscitan en el público femenino, pero otros son totaaalmente conscientes de ello y se creen los galanes de América, algo que los hace perder considerablemente su encanto. 

Los Papás Fachas: Este papá podría ser definido como un metropapá. Se viste a la moda, es medio hipster lento, escucha el último hit indie cuando sale a trotar y sabe perfectamente la diferencia entre deep house y dubstep. Lleva siguiendo las tendencias desde hace 20 años y se mantiene sumamente actualizado tanto en información como en tecnología. Seguro tiene más onda que todos sus hijos juntos, quienes se convierten en emos solamente para hacerle la contra. 

Los Papás Jovatos: Estos papás jamás se dieron cuenta de que su juventud terminó hace 20 años. En algunos casos se dan cuenta, pero se rehúsan a asumir su edad y son capaces hasta de ofenderse si le decís “viejo”, aunque solo sea de cariño. Sale a bolichear con los compañeros del cole de sus hijos y creen que todas las compañeritas que lo llaman “tío” están obnubiladas por su encanto. Ellos viven la fantasía de ser “jóvenes de espíritu” y creen que andar en Harley o en descapotable los hace jóvenes y peligrosos.

Los Papamamá: estos papás son raras gemas por nuestras latitudes. Pero las hay. Generalmente son catalogados por el resto de los padres como mantenidos o dominados, pero en realidad ellos son verdaderamente padres de vanguardia. En sus casas se invirtieron los roles y gratamente decidieron tomar las riendas del hogar y de los chicos, dejando a sus esposas ser las proveedoras. Ellos cocinan rico, ayudan a sus hijos a hacer las tareas, les choferean hasta los fines de semana, están en primera fila en todos los actos, participan del chat del whatsapp de las mamás del grado y es el primero en ofrecerse para atender el Kiosco de San Juan del cole. Sus hijos son su mundo y el hogar su reino.

Los papás Ñembotavy: Son diametralmente opuestos a los papás mamas. Sus frases de cabecera son las expresiones de sorpresa “¡¿Queee!?” y “Ah picó”. El siempre finge desinformación a la hora de reclamársele  algo y a veces son capaces de hasta fingir demencia con tal de desentenderse de alguna responsabilidad.  No ayudan nunca en nada y creen que los chicos se crían como yuyos y que son exclusiva y única responsabilidad de las madres. Cuando los chicos se enferman ellos…. Ven el partido, convencidos de que la fiebre les va a pasar sola. 

Los papás gamers: desde que sus hijos nacieron ellos se convirtieron en sus incansables compañeros de juego. Son adorables y divertidos, pero el único problema  es que a veces se convierten en un hijo más para la madre. Ellos solo están para jugar con sus hijos. No les pidas que se encarguen de hacerles repasar para el examen, ya que lo más probable es que cuando la madre llegue a la casa lo encuentre jugando poseídamente Call of Duty con sus hijos. 

Como ya sabrán, es imposible abarcar a todos los innumerables tipos de padres que decoran el mundo. Sea como sean, facheros, divertidos, despreocupados, jóvenes o viejos, altos o bajos, ellos juegan un papel importante en nuestras vidas, y sobre todo, ocupan un enorme lugar en nuestros corazones.




MI MAMA ME DIJO….





Mis años en este mundo me han enseñado muchas cosas. Pero una de las lecciones que más me costó aprender fue que las madres, siempre tienen la razón. ¡Siempre! Ellas son nuestros oráculos garantizados y lo mejor es que no necesitan ni tirarnos las cartas para saber adivinar nuestro futuro. ¡La gran pena es que nunca le hacemos caso!

Ellas tienen la sabiduría para interpretar los cambios climáticos  que ni los antiguos mayas ni los modernos meteorólogos lograron perfeccionar. No sé si interpretan las formas de las nubes o tienen un chip secreto incorporado para medir la velocidad del viento, pero lo cierto es que por más soleado que este el día, si te dicen lleva un paraguas, llévalo y si te piden que te pongas un saquito antes de salir, por más de que hagan 40 grados a la sombra, ¡ponételo!

Pero donde más se manifiesta su destreza premonitora es a la hora de evaluar futuros ex maridos. Desde el día CERO ellas ya huelen que hay un huevo podrido en ese adorable dulcecito que estamos llevando por primera vez a casa. Ni bien lo ven, su radar ya empieza a sonar incriminatoriamente. En ese preciso momento nuestras madres empiezan aquel interrogatorio que nos suele volver locas de la vergüenza. Sin merodeos empiezan a preguntarle al más puro estilo FBI donde vive, quienes son sus padres, a qué colegio fue, que planea hacer en el futuro, qué religión profesa, y toda aquella información que consideran perentoria para hacer su evaluación final de potabilidad del nuevo candidato. 

Hasta ese momento para ellas el sujeto interrogado aún no califica para la categoría de “candidato” ni siquiera “amiguito”, siendo referido solamente como “el chico ese”.  El futuro apelativo del “chico ese” variará según sus respuestas al interrogatorio. Si contesta que es de “4 mojón”, que se graduó en la escuela Nº502155458, que es ateo y que aspira a ser Licenciado en Técnica Mixta en la Universidad Autónoma del Manguruyú, definitivamente pasará a ser conocido como “el arrimado”. Si contesta que es de Sajonia, que recorrió todos los colegios de la capital, que profesa el satanismo y que quiere abrir un bar de metal, pasará a ser conocido como el “badulaque” y si contesta que es de Manorá, que fue al San Andrés, es católico apostólico romano y quiere ser neurocirujano pediátrico automáticamente califica para ser el “novio a casarse” o “candidatazo”.  Si las cosas no prosperan con el “candidatazo” tu madre seguirá añorando al candidato perdido refiriéndose a él como “Pedrito” “Jorgito” o “Josecito” con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta, porque lo dejaste escapar por tarada. 

Una vez que dejaste escapar al candidatazo seleccionado por tu madre, éste se convertirá en la vara con la cual medirá a todos los futuros “candidatos” y quienes por su puesto jamás le llegarán ni a los talones. Jamás dejarán de reprocharte por haber sido tan pelotuda en perder semejante partido.  El fantasma de “Josesito” seguirá vigente hasta bien entrado tu segundo divorcio y pasará a ser el “fantasma de lo que pudo haber sido”. Tu madre no desaprovechará ninguna oportunidad de restregarte tu mala decisión en cada nueva catástrofe sentimental que surja en tu vida.  Lo adorará tanto que llegarás a dudar si la enamorada no era ella. 

Cuando en nuestra vida sentimental, en vez de encontrar medias naranjas, nos toca encontrar limones a cacharrata, nuestras madres no desaprovecharán la oportunidad para hacernos saber que ellas nos avisaron desde un principio que con ese limón no llegábamos al limoncello. El popular “¡yo te dije luego!” pasará a resonar en sus labios per secula seculorum. Es que ellas saben de entrada que no estamos ante un candidato potable. Pero lastimosamente las hijas tendemos a desoír a nuestras madres ante este tipo de advertencias. Nunca les damos la razón. Le encontramos 1000 excusas para seguir apostando por nuestro limoncillo. Fast Forward a 5 años después, un divorcio, un corazón roto y todas las ilusiones perdidas. Recién ahí nos damos cuenta de que el limoncillo no daba ni para margarita ni para caipiriña, apenas a penas para un shot de margarita con limón y sal. Ahí no nos queda otra que suspirar y lamentar no haberle hecho caso a nuestra madre, cuando 5 años antes vaticinó este resultado. 

Por más de que el único motivo que arguyan  nuestras madres sea el habitual “mi hija, este chico no es para vos”, háganle caso, que este motivo suele ser más que suficiente para que la relación termine mal a la larga.  Algo en su corazoncito está vibrando alertas multicolores. Las madres lo saben por algo. Es casi instintivo en ella. Indiscutiblemente todas las madres tienen el man-dar recontra más afinado que nosotras y es hora de que dejáramos de contradecirlas porque sí y las escucháramos un poquito. 

Deberíamos prestar más atención a sus consejos sentimentales. Al fin y al cabo ellas no tienen ningún otro interés más que vernos felices y comiendo perdices. Ellas saben muy bien que el corazón no siempre escoge bien, y tiende a entontecer a nuestra cabeza. Enamoradas simplemente no pensamos bien. En esos casos suelen ser nuestras madres quienes emiten la voz de la cordura que nos negamos a escuchar. ¡Imagínense cuántos dolores de cabeza (y de corazón) nos ahorraríamos si las escucháramos en esos momentos!