14 diciembre 2016

CASUAL CHIC







El look casual es un arte difícil de manejar. Pocas son las Carolinas Herreras que logran  verse chiquerrimas con un labial rojo y una camisa blanca, las Jackie Os que se echan unas gafas enormes y un collarcito de perlas y pasan a la historia fashionista como iconos de estilo. 

Generar esa sensación de que te levantaste así, de que sos simplemente regia al natural y sin esfuerzo alguno es simplemente un arte difícil de dominar. Lo que más se podría asemejar a esta paradoja es la gracia que logran proyectar las bailarinas mientras  ponen todo su esfuerzo en dar vida a las piruetas, poses y saltos de su arte. Ellas saltan como condenadas, seguro la malla le hace un wedgie, el tutú le da urticaria, el calor de las luces les hace derretirse y cada vez que saltan y caen en puntitas sobre sus dedos sienten que están caminando sobre clavos tras haberse tirado de un octavo piso, pero para el público…. Ellas levitan y flotan sin esfuerzo alguno. Las bailarinas del ballet representan la mejor explicación gráfica del término anglosajón “effortless chic” (o chic sin esfuerzo).

Pero como cualquier bailarina puede asegurar: no hay nada sin esfuerzo en su arte. Les aseguro que tampoco hay nada de effortless en el chic de muchas mujeres. Sencillamente no es fácil ser sencilla. Para algunas esta gracia natural es un don innato, pero para otras, es un arte dominado con pericia que lleva horas de acicalamiento y remojo en la peluquería hasta lograr el despeinado perfecto.

El pelo despeinado por lo general se ve atroz, por algo te venden el producto para generar el look despeinado. Porque si estar verdaderamente despeinada al natural fuera lindo no habría necesidad de comprar un producto especial. Simplemente nos levantaríamos a la mañana y voilá: pelo súper frizz, con súper rulos auténticamente enredados y grasita capilar matutina.  El verdadero bad hair day jamás se va a poner de moda chicas o sea que paren de delirar.

Un buen despeinado perfecto toma hoooras de práctica para lograr en la casa. Y muchas de nosotras dependemos de nuestro peluquero de cabecera para lograr el verdadero despeinado perfecto ya que a nosotras solo nos sale el despeinado simple o el bucle armado. Cuesta un montón encontrar ese término medio que no parezca de peluquería. Es tan difícil como dominar el punto justo del huevo poché ni muy muy, ni tan tan. Solo Alexis, Jorgito, y la Santa de Santa conocen el misterioso arte de despeinar sin despeinar. El común de las mortales solo logramos el look akashará.

¿Y el maquillaje natural? Las mujeres casualmente chic parecen que no conocen la palabra base, aunque en realidad llevan un sutil revoque tan bien logrado que parece su verdadera y magnífica piel besada por el sol. O sea que hasta cuando se maquillan parece que no están maquilladas, que solo se pusieron un labial y un rímel. ¿Y por nuestras latitudes? Meeeetale el contouring y la purpurina. ¿Porque lo que somos taaaaan Kardashians y taaan poco Kennedy? No sabemos luego ser discretas. Y el maquillaje es lo primero que nos pone en evidencia. 

Luego pasemos a la indumentaria. Una mujer casualmente chic se ve regia hasta de jeans y zapatillas. Nosotras, las vulgares mortales, parece que llevamos el “look supermercado” o el look “estaba demasiado kaigué para sacarme mi ropa de entrecasaa”. Y cuando nos ponemos zapatillas para vernos cool juuuusto se nos olvida de hacernos los pies. La mujer casualmente chic siempre tiene tiempo para acicalarse hasta las uñas del dedo gordo del pie. Nosotras… de alguna manera u otra, hasta cuando nos esmeramos la manicura no nos dura ni 24 horas, y por lo general tenemos las cutículas levantadas, las uñas picadas y el esmalte pelado y para cuando nos damos cuenta ya es tarde para enmendar la situación y terminamos cerrando los puños como un playmovil para tratar de disimular. 

La mujer casualmente chic es tan esplendida que hasta puede darse el lujo de ponerse un remera de algodón con una falda de seda y verse canchera. De repente en su cuerpo, el algodón y la seda se aman y hacen el amor. Nosotras, las mas casuales que chic cuando tratamos de imitarlas nos vemos ridículamente cachafaces y no vestidas para la ocasión. Ahí cuando queremos vernos cancheras es por lo general cuando mayores errores cometemos la que no nacimos con ese arte ni esos genes ni ese don de selección.  Es que el cancherismo chic no logrado puede ser un verdadero crímen de estilo. Una puede llegar a verse peor que una indigente desquiciada, con pinta de pordiosera, el pelo enmarañado, la cara lavada dejando a relucir cada una de nuestras manchas, arrugas y ojeras de cansancio. Es que muchas que tratan de ser “cancheras” no se dan cuenta de que en ese look desgarbado TODO está estudiado y trabajado.

Ser casualmente elegante es indiscutidamente un arte compleja y nada casual y simplemente NO hay atajos para lograrlo.



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