06 junio 2011

El rey de la casa: ¿qué clase de padre reina en tu hogar?



Padres, los hay de todos los tipos: gruñones, amorosos, modernos y tradicionales. Convengamos que los tipos de padres son tan variados como los tipos de madres. Pero si hay algo que todos tienen en común, es que todos ellos se creen los “reyes” de la casa.

En ocasión a los festejos del día del padre, y siempre fiel a mi aversión hacia las cursilerías, les presento algunos de los tipos de padres que reinan en sus casas. Ojalá que estas caricaturas les sirva para identificar al suyo y definir si se trata verdaderamente de un rey…. ¡o de un tirano!

El Padres Guardabosques: Durante toda la infancia de sus hijas, son los padres más protectores, cuidadosos y tiernos de la tierra. Pero cuando llega la adolescencia y sus princesitas empiezan a desarrollar algún asomo de curvas, se transforman en la peor pesadilla de sus princesas y, por añadidura, de los príncipes de éstas. ¡Los celos los consumen y ni siquiera se molestan en disimularlos! Cada vez que su hija se va de parranda saca un centímetro para medir el largo de su falda y aprobar o censurar su look. Si está muy escotada, con la panza al aire o con un vestido ceñido al cuerpo, más escandalizado que pa’í en misa negra, la manda directamente a la habitación para que “revise” su vestuario y se ponga algo más recatado. Lo más probable es que sus hijas salgan vestidas de la casa como monjas, obviamente llevando la mini y el top de cambio escondido en la cartera. Cuando los pretendientes de sus princesitas las visitan se pasan controlándolos sigilosamente como agentes de la CIA, llegando incluso a ponerse a limpiar frente a los nerviosos noviecitos su colección entera de escopetas. Si carecen de armas, las suplen con su mirada intimidante y constantes advertencias con vozarrón autoritario.

El  Papá Cool: Estos padres están a la última. Comparten con sus hijos su pasión por la moda, por la tecnología, por lo retro, por los videojuegos y la música. Hasta ahí todo bien. El único problema es que tarde o temprano su “buena onda” empieza a sacar de quicio a sus hijos. Cada vez que vienen de visita los amigos de sus hijos, el papá cool cree que vienen a visitarlo a él y los monopolizan charlando sobre el origen del trance, debatiendo sobre los mejores discos de Pink Floyd, comentando la última película de Tarantino e informándoles sobre las mejores aplicaciones para el iPhone. Lo que empezó siendo un padre canchero, se convierte en un papá intolerablemente denso. Al punto que los hijos se ven forzados a tener que ser ellos quienes fijen límites…. ¡Pero a sus viejos!

El Padre DT: Su condición de futbolero de corazón los hace amar a su club tanto como a sus hijos. Lo primero que hace al enterarse que va a ser papá es hacerle socio y comprarle una remerita de su club. Tampoco es de extrañar que llame a su primogénito Salvador en honor a Cabañas, José Luis en honor a Chilavert o Juan Ángel en honor a Napout.  Sus hijos tienen carnet de socio antes que cédula de identidad y probablemente aprendan a decir Cerro u Olimpia antes que papá. Su pasión casi obsesiva por el futbol no se acaba en el merchandising. Él sueña no sólo que sus hijos compartan su amor por su club, sino también que éstos algún día integren la albirroja, por lo que empieza a entrenarlos antes de que aprendan a caminar. 

El Padre Prusiano: Más mandón que sargentos de cuartel, a estos padres sólo le faltan las trompetas y el uniforme verde. Son estrictos, ultra conservadores, disciplinarios y amos y señores de todo lo que hay en la casa (personas incluidas). Su casa se rige por un estricto orden militar donde todo está sujeto a un horario inquebrantable y a una autoridad incuestionable. En el escalafón de mando familiar el papá prusiano es siempre el General del Ejército, la madre la Coronela y los hijos los cadetes. No duda en castigar a cualquier hijo que ose salir de la fila, alterar el orden  o desafiar su autoridad. No es dado a la conversación ya que en vez de hablar, manda y en vez de retar, ladra. Es todo trabajo y nada de ocio y sostiene que el relajamiento y la recreación son para los haraganes y zánganos. Las cosas que más le sacan de quicio son la pereza, la insolencia, los zurdos y los pelilarguis. 

El Papás Pachá: Es el polo opuesto del padre prusiano. Se olvida de todo, es fresco, impuntual y nunca se puede contar con él para nada. Es de los que se levantan a las 10 de la mañana y le gritan a sus hijos: “¡Apúrense que van a llagar tarde al colegioooo!”. El  muy kaigué trata a sus hijos como sus ordenanzas personales, pidiéndoles que le acerquen el control remoto o le traigan la cerveza de la heladera. Si bien llega tarde a todos los actos del colegio, jamás se pierde sus partiditos de futbol con los cuates. Este tipo de padres son más hijos que padres, y generalmente sus hijos (notoriamente más responsables que ellos) son quienes tiene que recordarles los compromisos, sacarlos de sus apuros y encontrarles hasta el celular que dejaron por distraídos dentro de la heladera….obviamente junto a la cerveza.

El Padre Quisquilloso: Ama criticar tanto como ama corregir, haciendo visible hasta las más pequeñas equivocaciones. Su perfeccionismo no se agota en su persona, extendiéndose hacia lo que espera de su esposa e hijos. Este tipo de padres son doctorcitos todólogos absolutamente convencidos de que ellos saben hacerlo todo mejor. Como nunca está satisfecho, adquiere el hábito de plaguearse más que su esposa (quien vale la pena aclarar, ¡tiene todo el derecho de hacerlo!). Siempre está a la defensiva y siempre cree que tienen la razón. Pero sin lugar a dudas, lo más tedioso de estos padres son sus sermones. Sieeempre tienen una lección para cada ocasión. Cada vez que empiezan con algunos de sus interminables sermones magistrales sus hijos sienten ganas de gritarles: “¡Ovaleemaa!!

El Padre Ausente No lleva a sus hijos a la escuela, ni conoce el nombre de la maestra. Lo más probable es que los compañeritos de sus hijos lo conozcan recién el día de su colación de sexto curso. Su nivel de colaboración en la casa es absolutamente nulo: no cocina, no lava, no plancha, no cambia pañales, no barre, no choferea. ¡Nada de nada! Como está convencido que la función paternal es únicamente servir de chequera, se limita a proveer y probablemente sus hijos terminen viéndolo con cara de banco. Su lema: “Yo cumplo con mantenerlos y que su mamá los críe”. Es el típico ejecutivo workaholic que vive por y para el trabajo. Como trabajan 17 horas de lunes a sábado, pueden pasar meses enteros sin verles la cara a sus hijos, por lo que terminan regalándole una Barbie a su hija por sus 16 convencido de que cumplía 8.

El Papá Fanático: Sus hijos son su mundo y el orgullo excesivo que siente por ellos los lleva a convertirse en una especie de chirolero obsesivo. Se pasa mandando fotos de sus hijos de mil quinientos KB por mail a todos sus amigos y conocidos, se pelea con los árbitros en los intercolegiales de sus hijos por ciego y con sus maestras cuando les ponen malas notas. Como los portarretratos le quedan cortos, tiene en su haber cuanto objeto pueda llevar el rostro de sus preciosos hijos: remeras, tazas, protectores de pantalla, alfombras, mouse pads, toallas, almohadones, sábanas, llaveros y hasta tatuajes en su piel con sus caritas. Este tipo de padres no son tan tediosos para sus hijos como lo son para los prójimos que tienen que escucharlos hablar una y otra vez de los innumerables talentos de sus hijos. Cada vez que llega a la reunión de padres del colegio todo el mundo huye por sus vidas para evitar escucharlo. Pero esto no lo desalienta. Si no encuentra a ningún conocido con quien compartir las proezas y hazañas de sus brillantes criaturas, no dudará en compartirlas con algún desconocido desprevenido.

El Papá Migraña: Vive enojado o de mal humor, a tal punto que sus hijos lo llaman “nube negra”. Cuando amanece piré vai, remata su mala onda con sus hijos y es tan cascarrabias y gruñón, que cuando está de luna o hay viento norte, sus hijos prefieren ponerse a estudiar las tablas de multiplicación por moto propio con tal de evitarlo. 

El Viejo Verde: Sus hijos lo llaman viejo, ¡pero por verde! Este tipo de padres en plena crisis de la mediana edad son la peor pesadilla de todo hijo, ¡y ni que hablar de las HIJAS! Se ponen viscos cada vez que pasa una chica y cuando alguien despierta verdaderamente su interés (algo MUY frecuente) no dudan en relojearla, piropearla y ponerse a flirtear descaradamente frente a sus muy espantados hijos, quienes para el padre en ese momento son invisibles.  Pero definitivamente lo peor de estos padres, son las oportunistas madrastras wannabes de 18 años que los rodean.

El Papá Tacaño: Su lema de cabecera es “Sólo dar lo Justo y necesario”. Cuentan hasta las moneditas de 50 Gs y hacen pasar papelones a sus hijos con las cosas que reciclan. ¡Pueden incluso llegar al extremo de reciclar hilo dental para hacer economía! Viven quejándose de la inflación, de los precios absurdos y criticando el “tren de vida irrealista” de su esposa y el consumismo de sus hijos adolescentes. Para ellos la palabra “shopping” es un sacrilegio y su palabra preferida es “ahorro”. Cuando sus hijos empiezan adolescentes empiezan a salir de noche, con suerte le sueltan 20.000 Gs, ¡advirtiéndoles de no gastar demasiado e indicándoles que traigan vuelto! Los prójimos terminan la noche chupando hielo para calmar la sed, para poder traer algo de vuelto cuando regresen a su casa. ¡Caso contrario, tienen asegurados que arderá Troya por su despilfarro!

El padre Buenudo: Este papá buenazo y confiado da todo a sus hijos y cree en todas y cada una de sus más patéticas excusas. Ellos tienen clarito que usando las palabras convenientes en el tiempo conveniente podrían conseguir lo que querían y convencerlo de cualquier cosa. Si su  hijo se gasta toda la mensualidad en farra, ni su cara de trasnochado hará dudar al padre buenudo de la veracidad del cuento chino de que el perro se comió su billetera! Este tipo de padres peca por bonachón y crédulo y termina convirtiéndose en la víctima eterna de sus hijos.

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