31 julio 2013

CABALLEROS ERAN LOS DE ANTES: EN LA BÚSQUEDA DEL CABALLERO PERDIDO




¿Donde están? ¡Por favor díganme dooonde estáaan! ¡¿Los príncipes azules?! ¡Ma que príncipe azul, que ya no estoy como para creer en cuentos de hadas! Lo que busco es algo real, pero lastimosamente en peligro de extinción. ¡Pregunto dónde están los caballeros! ¿A dónde fueron a parar los modales y las buenas costumbres y la tan necesaria caballerosidad de los hombres?

Es que no hay vuelta que dar, ¡caballeros eran los de antes! Ahora hay solo una mansalva de giles que de Caballero tienen sólo el apellido, pero de caballeros de buena cepa y fina estampa, creo que no llegamos ni a un puñado. Los hombres hechos y derechos, bien plantados y educados, de esos que te abren la puerta del auto para bajar, que te tienen como a una reina, que te prestan el saco cuando tenés frío y que te corren la silla para que te sientes son más escasos que neuronas de miss tanga.

Los hombres ya no tratan con respeto y deferencia a las mujeres. Nosotras, como necias quejándonos de que no nos abren más la puerta del auto. ¡Pero que esperanza! Pero que esperamos si ni siquiera son capaces de darnos paso con tal de avanzar medio metro en un semáforo y si osamos interponernos en su camino le bajan 10 bocinazos al hilo seguido de una sarta de sandeces con un: “mujeeeeer luego tenía que seeeer CARA&%#!”.  

Si no te topetás con un australopitecus lo más probable es que te aparezca con el polo opuesto: un metrosexual, un valor que tiene más cremas que vos, lee blogs de moda,  que de tanto que va al solárium le dieron una tarjeta de millas, que se cuida tanto que te da vergüenza comer frente a él y que es más narcisista que una prima ballerina. Y como vas a pretender que este hombre te cuide, te mime, te proteja y te admire, si está embelesado con su propio reflejo en el estanque de lodo. El pobre está convencido que él es el princeso de la relación. Ponéle la firma que, con tal de no arruinar su look, no te va a prestar su saco por más que te pongas azul de frio y te empiecen a castañear los dientes de la hipotermia.

No busques más a los caballeros que saben conquistar a una mujer con su encanto, su ingenio y sus gestos. Menos uno que te seduzca con su verba. Los hombres de hoy están acostumbrados a los levantes digitales. Te invitan a salir por el chat del Facebook, flirtean contigo por el Wassup desplegando como mayor demostración de su “ingenio de hidalgos” burdos piropos floreados con emoticones y, tras haber agotado su ronda de touch and gos, terminan rompiendo contigo por mensaje de texto. ¡LOL!

Los chicos de hoy han perdido también el romanticismo de los hombres de antes. Las serenatas, los galanteos, las demostraciones de afecto sinceras son reemplazadas por las posturas fabricadas, forzadas y falsas de nuestros habituales playboys rústicos, que creen que ser románticos es lanzar piropos por doquier hasta que alguna pelotuda muerda su anzuelo. Ellos no están interesados en tomarse el tiempo de manifestar su amor ni de conquistarnos si vivimos en la era de la instantaneidad y de la glorificación de las golfas. Para qué perder el tiempo conquistando a una dama si seguro pueden encontrar a una fulana que se le regale o en última instancia que le haga “el favor” a cambio de una “ayuda” para su combustible.
Para complicar más aún el cuadro, los hombres de hoy han perdido muchas nociones básicas de la buena educación. No sólo no te corren la silla, sino que son capaces de dejarte parada como una pelotuda sentándose ELLOS en la única silla disponible. Han cambiado tocar el timbre por tocar la bocina y “se hacen respetar” siendo prepotentes y soeces.

Bien decía Arturo Pérez Reverte que “Un caballero es aquél que lo es sin esforzarse por serlo y sin pretenderlo.” Un verdadero caballero no vive una simulación, sino que simplemente ES cortés y RESPETA a las mujeres. No se disfraza de galante o romántico para ligar una noche, sino que expresa o manifiesta con sinceridad sus sentimientos. Por último, un caballero hecho y derecho es VALIENTE. No teme ir de frente, se anuncia a viva voz, y  cuando mete la pata (porque los caballeros también son humanos) tiene los suficientes huevos para dar la cara y bancársela en vez de borrarse o refugiarse en excusas y pretextos. 

Lastimosamente, estamos en un mundo en el cual no hay más ni príncipes ni caballeros, y las damiselas en apuros ya sólo nos encontramos ante una gran masa de sapos y princesos. ¡Oh! ¡¿Y ahora quién podrá defendernos?!

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